Comunicación y empatía son la clave para afrontar los conflictos o situaciones que puedan ir surgiendo o para afrontar esos problemas latentes, que vienen de tiempo atrás.
EC BRANDS, 14/08/2019
En los últimos años hay una noticia que, al acabar las vacaciones, se repite una y otra vez: el aumento del número de divorcios coincidiendo con el fin del periodo estival. Los datos del Consejo General del Poder Judicial muestran que el nº de divorcios es más alto el último trimestre del año, unos 40.000.
El ritmo de vida actual que llevamos conduce, generalmente, a pasar pocas horas juntos en pareja o en familia y muchas horas en el trabajo. En vacaciones, aumenta considerablemente el nº de horas en familia, realizando actividades juntos.
El psicólogo Ildefonso Muñoz, del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar, defiende que el problema no es el aumento de horas sino cómo lo gestionamos. “Las vacaciones —explica— deberían ser una oportunidad fantástica para disfrutar con nuestra pareja, pero es cierto que, a más tiempo juntos, más cosas hacemos, más nos comunicamos y la falta de habilidad o de empatía a la hora de hacerlo es lo que puede conducirnos a una ruptura”.
También es cierto que la situación en vacaciones puede ponerse especialmente tensa cuando tenemos que organizar ese periodo de relax y disfrute que estamos esperando todo el año: no ponernos de acuerdo con el destino, las fechas, los compromisos familiares, el alojamiento o, incluso, el cuidado de los hijos —que pasan de estar muchas horas en el colegio a estar al 100% con los padres— pueden ser factores que, sin duda, contribuyan a aumentar la tensión.
"Lo que realmente destroza la relación no son grandes problemas sino la manera que tenemos de gestionar los pequeños desacuerdos"
Comunicación y empatía, esas son la clave para afrontar los conflictos o situaciones que puedan ir surgiendo o para afrontar esos problemas latentes, que vienen de tiempo atrás. “Si la persona con la que convivimos es verdaderamente la persona con la que queremos compartir nuestra vida, no deberíamos permitir que problemas como estos se enquisten y rompan nuestra relación”, explica Muñoz.
También es cierto que la situación en vacaciones puede ponerse especialmente tensa cuando tenemos que organizar ese periodo de relax y disfrute que estamos esperando todo el año: no ponernos de acuerdo con el destino, las fechas, los compromisos familiares, el alojamiento o, incluso, el cuidado de los hijos —que pasan de estar muchas horas en el colegio a estar al 100% con los padres— pueden ser factores que, sin duda, contribuyan a aumentar la tensión.
"Lo que realmente destroza la relación no son grandes problemas sino la manera que tenemos de gestionar los pequeños desacuerdos"
Comunicación y empatía, esas son la clave para afrontar los conflictos o situaciones que puedan ir surgiendo o para afrontar esos problemas latentes, que vienen de tiempo atrás. “Si la persona con la que convivimos es verdaderamente la persona con la que queremos compartir nuestra vida, no deberíamos permitir que problemas como estos se enquisten y rompan nuestra relación”, explica Muñoz.
“La mayoría de veces no hablamos de problemas importantes sino de desacuerdos, y lo que realmente destroza la relación no son estos sino la manera que tenemos de gestionarlos”. Lo que se dice y cómo se dice, lo que no se dice y se espera que se hubiera dicho, ese 'lo siento' que nunca llega, que no llegó por no creer que fuera necesario y, sobre todo, el no ser capaz de dar a las cosas la importancia que tienen, olvidándonos de ponernos a nosotros y nuestra relación como lo más importante, muy por encima de una lucha de egos ofendidos y del estrés al que nos podamos ver sometidos.
¿Tiene solución? “Aunque 2 personas se quieran y tengan un proyecto de vida en común —subraya el especialista—, es normal que a lo largo de la vida se den situaciones en las que no todo sea perfecto y haya enfrentamientos. Lo importante es saber cómo gestionarlos y cómo superarlos. Pueden llegar a ser una lección de vida que nos haga más fuertes incluso como pareja y mejores personas”.
El psicólogo propone una serie de consejos que, en caso de que en vacaciones surjan este tipo de conflictos, podríamos aplicar:
Mantén algunas rutinas. Parece una tontería, pero en el fondo, algunas pautas suelen ser necesarias para que todo el mundo se sienta cómodo en la familia. Si, por ejemplo, la hora de cenar es el momento que siempre compartimos en familia, asumiendo los cambios que puedan suponer las vacaciones, intenta mantener esta costumbre.
Haced cosas nuevas. Puede parecer contradictorio respecto al punto anterior, pero no lo es. Una cosa es que mantengamos los hábitos que nos unen y otra que se impongan como una tediosa costumbre. Las vacaciones son el momento perfecto para probar algo nuevo juntos, no hace falta irse a hacer 'puenting', pero dejar a los niños un día para irnos a una cena en un sitio especial, pasear y ver el atardecer retrasando un poco más la cena…
'Time out'. Es importante en algunos casos sacar tiempo para hacer cosas por nuestra cuenta, tener nuestro propio espacio. Si algo nuevo nos apetece solo a nosotros y no a nuestra pareja, ¿no sería más fácil hacerlo tranquilamente a nuestro aire, disfrutarlo y que no fuera causa de conflicto para ninguno? Hay tiempo para todo y no hay por qué hacerlo todo juntos.
Reparto de responsabilidades. Aunque estemos de vacaciones, siguen existiendo. Durante el año, esas responsabilidades se ajustan a los horarios laborales de uno u otro. En vacaciones, estas restricciones no existen y no debería suponer un conflicto quién hace la comida, quién la cena, estar con los niños. De nuevo la comunicación y la empatía son elementos clave para repartir estas tareas sin que entren en juego reproches de si uno lo hace todo el año, el otro hace lo otro... Son cosas que hay que hacer, y mejor con alegría. Si alguna noche a ninguno le apetece cocinar, se pide una pizza y listo.
En definitiva, lo importante son las ganas que tengamos de entendernos, el interés por los sentimientos del otro, el respeto y dedicarnos tiempo, tanto a entender lo que pueda estar fallando como a buscar una solución.
¿Tiene solución? “Aunque 2 personas se quieran y tengan un proyecto de vida en común —subraya el especialista—, es normal que a lo largo de la vida se den situaciones en las que no todo sea perfecto y haya enfrentamientos. Lo importante es saber cómo gestionarlos y cómo superarlos. Pueden llegar a ser una lección de vida que nos haga más fuertes incluso como pareja y mejores personas”.
El psicólogo propone una serie de consejos que, en caso de que en vacaciones surjan este tipo de conflictos, podríamos aplicar:
Mantén algunas rutinas. Parece una tontería, pero en el fondo, algunas pautas suelen ser necesarias para que todo el mundo se sienta cómodo en la familia. Si, por ejemplo, la hora de cenar es el momento que siempre compartimos en familia, asumiendo los cambios que puedan suponer las vacaciones, intenta mantener esta costumbre.
Haced cosas nuevas. Puede parecer contradictorio respecto al punto anterior, pero no lo es. Una cosa es que mantengamos los hábitos que nos unen y otra que se impongan como una tediosa costumbre. Las vacaciones son el momento perfecto para probar algo nuevo juntos, no hace falta irse a hacer 'puenting', pero dejar a los niños un día para irnos a una cena en un sitio especial, pasear y ver el atardecer retrasando un poco más la cena…
'Time out'. Es importante en algunos casos sacar tiempo para hacer cosas por nuestra cuenta, tener nuestro propio espacio. Si algo nuevo nos apetece solo a nosotros y no a nuestra pareja, ¿no sería más fácil hacerlo tranquilamente a nuestro aire, disfrutarlo y que no fuera causa de conflicto para ninguno? Hay tiempo para todo y no hay por qué hacerlo todo juntos.
Reparto de responsabilidades. Aunque estemos de vacaciones, siguen existiendo. Durante el año, esas responsabilidades se ajustan a los horarios laborales de uno u otro. En vacaciones, estas restricciones no existen y no debería suponer un conflicto quién hace la comida, quién la cena, estar con los niños. De nuevo la comunicación y la empatía son elementos clave para repartir estas tareas sin que entren en juego reproches de si uno lo hace todo el año, el otro hace lo otro... Son cosas que hay que hacer, y mejor con alegría. Si alguna noche a ninguno le apetece cocinar, se pide una pizza y listo.
En definitiva, lo importante son las ganas que tengamos de entendernos, el interés por los sentimientos del otro, el respeto y dedicarnos tiempo, tanto a entender lo que pueda estar fallando como a buscar una solución.
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