A finales del pasado
noviembre había 3.987 reclusos condenados por violencia de género en las
prisiones españolas, por encima de los 3.803 castigados por homicidio.
Manifestación con motivo del Día Internacional por la
Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres. (EFE)
ROBERTOR. BALLESTEROS, 03.01.2017
Los últimos
cambios normativos dirigidos a la penalización de la violencia contra la mujer han
provocado un notable "incremento de la población penitenciaria". Así
se expresa Pilar Casado, subdirectora de
Régimen Penitenciario en Almería, en un artículo escrito en el periódico
'Enfoque', editado por el sindicato Acaip. Según dicha funcionaria, estas
modificaciones han aumentado el número de inquilinos de las cárceles
"hasta el punto de que los internos condenados" por este tipo de
conductas "constituyen el 3º grupo más importante
en prisión".
Según datos de
Instituciones Penitenciarias, a finales del pasado noviembre —último dato
registrado—, había 3.987 reclusos condenados por
violencia de género en las prisiones españolas, por encima de
los 3.803 castigados por homicidio o alguna de sus formas. Estos datos sitúan a
los encerrados por este tipo de delitos como los 3º presos más comunes,
por detrás de los que se encuentran dentro de la cárcel por robo (u otros
atentados contra el patrimonio y el orden socioeconómico) o por los relativos a
la salud pública (drogas, etc.). Actualmente, hay 19.704 encarcelados por el 1º tipo penal y 10.818 por el 2º.
Casado asegura
que se trata de cambios legislativos "necesarios" que
pretenden atajar lo que ella misma denomina "el símbolo más brutal de la
desigualdad". "Se trata de una violencia que se dirige sobre las
mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores
como carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de
decisión", señala la responsable de prisiones, que recuerda que la labor
de la Secretaría de Instituciones Penitenciarias ya no se limita a la simple
custodia de los reclusos, sino que se ha convertido en "garante de la
seguridad de las víctimas de estos delitos violentos".
En concreto, la
funcionaria se refiere a lo que dispone la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que obliga
a las prisiones a comunicar las excarcelaciones de los agresores a la Policía y
a los servicios sociales con el fin de que estos comuniquen la información a la
víctima. Aunque también a los programas de reeducación y reinserción que deben
llevar a cabo los especialistas en las prisiones, con el fin de detectar las "causas últimas" que
motivaron esa violencia y "prevenir posibles agresiones futuras".
Este camino
abierto por la reforma legislativa marca una tendencia que seguirá
previsiblemente manteniéndose en los próximos años. El número de denuncias por
violencia de género en los juzgados tras la entrada en vigor de la Ley Orgánica
1/2004, que abordó el fenómeno por 1ª vez de modo integral, se incrementó
de 400 en 2005 a las 546 de 2006 y las 1.176 de 2007. Esta mayor conciencia de
la víctima provocó un aumento de los procesos judiciales y,
por lo tanto, de las sentencias, tanto condenatorias como absolutorias, según
revela el Observatorio de la Violencia de Género.
Las 1ªs
pasaron de las 10.581 de 2006 a las 13.029 del año siguiente. Las 2ªs, de
las 7.008 de 2006 a las 10.426 del ejercicio posterior. Tras experimentar un
pico en 2010, las resoluciones judiciales volvieron a descender hasta 2015, año
en el que los juzgados volvieron a dictar más sentencias: 14.528 condenatorias por las 13.877 del año
anterior. Por el momento, en los 3 primeros trimestres de 2016 (últimos
contabilizados y publicados por el Consejo General del Poder Judicial), el
número de sentencias condenatorias se sitúa en las 10.892, lo que hace prever
un resultado muy similar al de 2015 cuando terminen de computarse los datos del
último trimestre.
Esta tendencia
hace prever que el ritmo de internos que seguirán engrosando las cárceles
continuará la misma tendencia que hasta el momento, por lo que los condenados
por violencia de género continuarán siendo
previsiblemente el tercer mayor grupo de reclusos de los
centros penitenciarios españoles, a menos que los castigados por homicidio y
sus formas experimenten un repunte, algo que en principio no apoya ningún tipo
de tendencia.
El año ha
comenzado en España con una víctima de la violencia machista. Una
mujer española de 40 años falleció durante la madrugada del pasado domingo en
el hospital Gregorio Marañón de Madrid tras ser apuñalada
el sábado a las 22:00 en Rivas Vaciamadrid por la pareja con
quien convivía, que fue inmediatamente detenida. Se trata de un varón
colombiano de 20 años, que tenía una orden de alejamiento desde noviembre de
2016 a raíz de una denuncia por malos tratos presentada entonces por la mujer
ahora fallecida.
Durante los
últimos años, debido también al incremento de denuncias, ha habido un creciente
número de órdenes de protección incoadas por los juzgados. Sin embargo, los
juzgados se han tornado más estrictos a la hora de conceder las órdenes de
protección solicitadas. En concreto, a finales de 2005 los tribunales adoptaban casi el 80% de las órdenes reclamadas por
las víctimas. Hoy, ese porcentaje se sitúa en torno al 59% a la espera de que
el Poder Judicial publique los datos relativos al último trimestre de 2016, que
seguramente se situarán en torno a esa proporción.
El 'Boletín de
información estadística' de noviembre de 2015 publicado por el CGPJ explicaba,
sin embargo, que el hecho de que "no se haya acordado una orden de
protección no significa necesariamente que la mujer se
haya quedado desprotegida". "Hay un muy importante número
de medidas que se aplican en casos de no adoptarse una orden de
protección", justificaba el informe.
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