El divorcio de Carmen Alcocer Koplowitz y J.L. ha resultado inesperado y sorprendente para todos aquellos que no
formaban parte de su círculo más íntimo y que se enteraron por la prensa
de su separación. Aparentemente, parecían una pareja modelo con 3
hijos sanos y guapos, sin problemas económicos, con un desarrollo
profesional elegido y sin necesidad de pasar por los departamentos de
Recursos Humanos, como les sucede a otros perfiles de su edad. Y eso no
solo ha ocurrido por llevar el apellido Koplowitz sino también el de su marido, perteneciente a una familia de empresarios inmobiliarios entre los que ejercía de alto directivo.
El problema es que quiso cambiar de vida y cumplir su sueño como cantante. Al final, ese ha sido el desencadenante de un divorcio no anunciado que puede alargarse en el tiempo. Si en un principio parecía que podía ser de mutuo acuerdo, la situación ha cambiado. En este caso, nada tienen que ver las infidelidades, como sucedió en el caso de Esther y Alicia, madre y tía respectivamente de Carmen, protagonistas de los divorcios más mediáticos de los años 90. Al ser 2 de las mujeres más ricas de España, sus exmaridos, Alberto Cortina y Alberto Alcocer, consiguieron una impresionante compensación económica de 12 millones de euros cada uno más la participación en las respectivas empresas propiedad de las hermanas. En su momento, el total se cifró en una cantidad cercana a los 73 millones de euros, que fue la cantidad que consiguieron ‘los primos de la gabardina’ a pesar de que ninguno de los 2 compartió con sus esposas la palabra fidelidad.
En aquel divorcio traumático, en el que hubo intrigas de poder por parte de elementos perturbadores como pudo ser Mario Conde, se mezcló el perfil social de Marta Chávarri, marquesa de Cubas y "la mujer más imponente de todo Madrid", según se decía en aquel momento que comentaba Alberto Cortina, tío carnal de Carmen Alcocer y exmarido de Esther, entre su círculo de amigos varones. Su primo Alberto, en cambio, fue mucho más discreto y su relación con Margarita Hernández, secretaria de Javier de la Rosa con la que llevaba tiempo intimando no tuvo tanta repercusión informativa.
El problema es que quiso cambiar de vida y cumplir su sueño como cantante. Al final, ese ha sido el desencadenante de un divorcio no anunciado que puede alargarse en el tiempo. Si en un principio parecía que podía ser de mutuo acuerdo, la situación ha cambiado. En este caso, nada tienen que ver las infidelidades, como sucedió en el caso de Esther y Alicia, madre y tía respectivamente de Carmen, protagonistas de los divorcios más mediáticos de los años 90. Al ser 2 de las mujeres más ricas de España, sus exmaridos, Alberto Cortina y Alberto Alcocer, consiguieron una impresionante compensación económica de 12 millones de euros cada uno más la participación en las respectivas empresas propiedad de las hermanas. En su momento, el total se cifró en una cantidad cercana a los 73 millones de euros, que fue la cantidad que consiguieron ‘los primos de la gabardina’ a pesar de que ninguno de los 2 compartió con sus esposas la palabra fidelidad.
En aquel divorcio traumático, en el que hubo intrigas de poder por parte de elementos perturbadores como pudo ser Mario Conde, se mezcló el perfil social de Marta Chávarri, marquesa de Cubas y "la mujer más imponente de todo Madrid", según se decía en aquel momento que comentaba Alberto Cortina, tío carnal de Carmen Alcocer y exmarido de Esther, entre su círculo de amigos varones. Su primo Alberto, en cambio, fue mucho más discreto y su relación con Margarita Hernández, secretaria de Javier de la Rosa con la que llevaba tiempo intimando no tuvo tanta repercusión informativa.
Sin terceras personasLa diferencia de esas separaciones con el actual divorcio de Carmen y su marido es,
precisamente, que no hay 3ª personas sino un gran desgaste
emocional. El reparto económico tampoco será motivo de discusión.
Tal y como explicaba el propio marido hace unos días a Vanitatis "lo único que nos importa a los 2 es la estabilidad de nuestros hijos.
1º están ellos, después Carmen y en 3º lugar
yo. Es duro afrontar que se ha acabado". Con esta declaración de
principios, el cantante dejaba claro cuál era su posición y por lo que
iba a luchar en el caso de que no se llegara a un acuerdo con el asunto
de la custodia de los 3 menores.
Lo que quiere J.L. es la custodia compartida, una idea en la que no coincide con su todavía mujer y menos con la abuela, Esther. De hecho, hace unos días, 'ABC' adelantaba que la pareja había acudido al juzgado de Plaza de Castilla donde debían dirimirse la medidas provisionales con respecto a los tres hijos solicitadas por el padre. Al no haber entendimiento previo tuvo que ser la juez la que dictara la sentencia. El marido debía abandonar el domicilio que por otra parte es propiedad de su mujer, ya que fue un regalo de Esther Koplowitz, y podrá disfrutar de los niños durante el periodo vacacional. Como es natural en los casos donde no hay acuerdos, el encuentro no fue tan amistoso como parecía, sobre todo por parte de la suegra, una Esther Koplowitz que no quiere que su hija pase por el calvario mediático y afectivo que sufrieron ella y su hermana.
Lo que quiere J.L. es la custodia compartida, una idea en la que no coincide con su todavía mujer y menos con la abuela, Esther. De hecho, hace unos días, 'ABC' adelantaba que la pareja había acudido al juzgado de Plaza de Castilla donde debían dirimirse la medidas provisionales con respecto a los tres hijos solicitadas por el padre. Al no haber entendimiento previo tuvo que ser la juez la que dictara la sentencia. El marido debía abandonar el domicilio que por otra parte es propiedad de su mujer, ya que fue un regalo de Esther Koplowitz, y podrá disfrutar de los niños durante el periodo vacacional. Como es natural en los casos donde no hay acuerdos, el encuentro no fue tan amistoso como parecía, sobre todo por parte de la suegra, una Esther Koplowitz que no quiere que su hija pase por el calvario mediático y afectivo que sufrieron ella y su hermana.
Tampoco va a ser un camino fácil aunque
lo diferente de su divorcio es el perfil marital. Su yerno, J.L., no es un hombre con la doble vida amorosa que sí tuvieron los primos Alcocer y Cortina.
Hay que retrotraerse a 1989 cuando saltó el escándalo de las fotos del
poderoso empresario con la bella Marta Chávarri. Después, aparecería en
escena Margarita Hernández pero al tener menos interés social ese
divorcio resultó menos complicado aunque igual de traumático para
Esther, que había conocido a su marido cuando tenía 17 años. Alicia se hizo novia de Cortina
con 15. Como declaró cuando se convirtió en personaje público "me casé a
los 18 años y nunca he tomado una decisión en la vida. Esta es la
1ª", refiriéndose al momento en que dio carpetazo a su matrimonio.
Para ambas, el divorcio suponía toda una vida con sus maridos que se
hacía añicos. 3 hijos cada una, chicas para Esther y chicos para Alicia. Quizá lo menos importante para ellas fuese el tema económico, tal y como sucede ahora con Carmen,
cuya única intención es mantener a sus hijos en su casa y con régimen
de visitas para el cantante, que por ahora no acepta esa resolución
familiar. Para las hermanas Koplowitz, el drama fue que
los escarceos de sus maridos formasen parte de las informaciones de la
prensa nacional, que produjesen titulares en la páginas salmón
(económicas) de los diarios y ello supusiese el inicio de lo que sería,
muchos años después, la venta por parte de Alicia de sus
participaciones en FCC, el buque insignia de las Koplowitz. Las 2 hermanas se convirtieron, de la noche a la mañana, en
personajes públicos por culpa de las infidelidades de sus maridos y
nunca más volvieron a ser ‘señoras de’ aunque tampoco invisibles, tal y
como pretenden ser tanto ellas como su familia.
Para Esther, lo más importante es que el divorcio de su hija Carmen y su marido no sea contencioso y lleguen por fin a un acuerdo en lo concerniente a custodia de los nietos.
Nota: Los abuelos no se tienen que meter en la vida de sus hijos, por mucha "pasta" que tengan. Quiere que no sea contenciosa la ruptura y se opone a las pretensiones del padre de sus nietos.
Nota: Los abuelos no se tienen que meter en la vida de sus hijos, por mucha "pasta" que tengan. Quiere que no sea contenciosa la ruptura y se opone a las pretensiones del padre de sus nietos.
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