¿la Resilencia varia según el genero?.Miedo a la soledad, nueva cotidianedidad e inseguridad sexual serían algunos desafíos a superar.
eldia.com/18 de Junio de 2016
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Separarse de la persona con la que una vez se
proyectó un futuro -y se apostó a el- no suele resultar nada fácil.
Tampoco lo es reacomodar el tablero y acostumbrarse a la nueva posición
para reiniciar otra partida y seguir con la vida. Sin embargo, aunque
generalmente son los hombres quienes forman 1º una nueva pareja,
las mujeres parecerían contar con más herramientas psicoafectivas para
reponerse. ¿Existe realmente una diferencia entre géneros en cuanto a la
manera de sobrellevar la situación?
El periodista Sergio Sinay,
autor del libro “El hombre divorciado”, recuerda que la mayoría de los
divorcios son difíciles, porque nadie se casa para divorciarse: “Es el
final de un proyecto, y aunque termine en buenos términos, requiere un
período de duelo”. El autor plantea que durante este tiempo aparecerán
períodos de tristeza, reacomodamiento, extrañeza y cierta sensación de
vacío, por muy añorada que haya sido la situación.
“Para muchos hombres, conscientes del
proceso que atraviesan, esto se ahonda debido a ese factor cultural
según el cual se da por sentado (sin la menor discusión) que es el
hombre quién ‘debe’ dejar el hogar común, aun cuando no haya sido quien
tomó la iniciativa del divorcio. Y esto significa pérdida de espacios
conocidos, de contextos, de vecindades, de rutinas, de olores y sonidos
habituales”, señala Sinay.
La psicóloga especialista en pareja, María de Jesús Ferrero,
coincide en que separarse siempre implica la necesidad de adecuarse a
una nueva estructuración de la vida cotidiana, independientemente de si
esta decisión fue consensuada o surgió de una de las partes: “Es un
‘empezar de nuevo’ con los miedos e inseguridades que eso implica.
Además, el proceso doloroso se puede agudizar a determinada edad, cuando
los duelos son moneda corriente”.
La especialista considera que el reinicio
luego del divorcio suele ser difícil para ambos géneros por igual. Pero
marca una diferencia en cuanto al lugar en donde se busca refugio:
“Muchos hombres, para pasar este tramo doloroso se refugian en el
trabajo o en nuevas actividades. Las mujeres, en cambio, generalmente
eligen refugiarse en los afectos, principalmente en la familia”.
El psicólogo Leopoldo Mancinelli,
en cambio, sí considera que puede existir una diferencia según el
género en cuanto a la capacidad para reponerse de esta situación: “Si
bien la mujer suele ser la que queda más desprotegida en una separación,
porque por lo general decrece ostensiblemente su nivel de vida, tiene
más recursos psicoafectivos para enfrentar la soledad o la ausencia de
pareja”, dice el especialista, y agrega: “Las mujeres tienen mayor
capacidad de adaptación a los avatares dolorosos de la vida”.
Según señalan los profesionales consultados,
el modo de separarse incide sobre cómo será la recuperación. “Si la
separación se dio en medio de un gran conflicto, forcejeos emocionales,
descalificaciones, manipulación, ocultamientos, trampas, quedará un
residual importante de resentimiento, de reproche y una discusión
interna a veces interminable que, en lugar de predisponer para una
reconstrucción de la propia vida, orienta hacia el pasado y termina por
convertirse en una continuidad solapada del vínculo”, describe Sinay.
¿difieren los recursos para enfrentar la soledad?
Desde la perspectiva de Sinay, los recursos para enfrentar la soledad pueden diferir según el género: “Generalmente
las mujeres cuentan con una red de amigas que rápidamente la contienen,
se solidarizan, funcionan como escucha orientadora y terapéutica,
mientras que los hombres, como en tantos otros aspectos, tienden a
aislarse y a aferrarse al ‘aguante’ o, peor, a la negación mediante
conductas maníacas como son duplicar el trabajo, salir con mujeres que
no les interesan, rodearse de amigos oportunistas y disfuncionales,
‘matarse’ en deportes de riesgo”.
Para Sinay, los hombres que son capaces de
poner pausa, conectarse con sus necesidades, admitir que están en un
momento y en una situación vulnerable y de alta sensibilidad y que
pueden pedir lo que necesitan, sobre todo a otro hombre, pasarán por un
proceso de recuperación funcional y reparador.
Tiempo de duelo
En cuanto al tiempo de duelo, pese a la
cantidad de investigaciones que se realizaron sobre el tema, los
especialistas no suelen llegar a un acuerdo. “Depende de la persona, de los proyectos existenciales,
de cómo fue la separación. Lo único cierto es que el duelo resulta
necesario y que quien quiera evitarlo solo lo postergará para que
aparezca disfrazado de otra cosa: enfermedades, accidentes, conductas
disfuncionales, manías”, dice Sinay.
Por su parte, Ferrero sostiene que los
tiempos de duelo no se pueden preveer ni truncar: “Es un proceso que
está en relación con las características estructurales de cada miembro
de la pareja, pero además tendrá que ver con el poder de adaptación a la
nueva realidad que cada uno posea. El amor, el encuentro con el otro y
la posibilidad de una nueva ocasión de rehacer la vida están atravesados
por el hecho de que el mundo como era se modificó radicalmente, y a eso
debemos sobreponernos con los recursos con los que contemos, ya que
ante la incertidumbre que provoca la idea de fracaso la respuesta de
cada uno es singular”.
Adaptarse a la nueva soltería, en un mundo
que se presenta turbulento y vertiginoso -según plantea Ferrero-
enfrentar el miedo a la soledad, a no poder superar esa pérdida, a no
poder reorganizarse y al acercamiento con otros, están signados
principalmente por cuestiones de autoestima. “No debemos olvidar que el
fracaso amoroso es una herida narcisista”, dice.
Sinay marca un error, común en los hombres,
durante esta etapa: “Muchos no quieren ser vistos como ‘abandonados’,
deprimidos, ‘perdedores’ y entonces, sobre todo si tienen hijos, se
borran diciéndose a sí mismos que ya regresarán cuando sus hijos o
amigos cercanos los vean de otra manera, es decir, recuperados. Este es
un grave error. Lo mejor es mostrarse tal como se está. Los hijos, sobre
todo, aprenderán a conocer así a un padre de carne y hueso, real, con
emociones”.
Por lo general, los hombres divorciados
tienden a armarse rápidamente otra pareja, Sinay explica que el origen
de esta actitud se encuentra en una educación machista: “Los varones
están preparados para la guerra, para la competencia , para el manejo de
las cuestiones públicas y externas, pero no para la auto asistencia
emocional, para la supervivencia doméstica, para la cotidianidad no
productiva”.
Como consecuencia -afirma el especialista- no
saben qué hacer con sus hijos cuando están a solas con ellos, les
cuesta crearse un espacio doméstico propio y encontrar un lugar de
intimidad confortable. “Buscan
(y esto les ocurre incluso a los varones aparentemente más poderosos,
plantados, eficientes y machos) algo que remede el regazo materno. Y lo
buscan en una nueva pareja. Esto coincide con el mandato cultural que
pesa sobre las mujeres impulsándola a ‘maternar’ a todo el mundo,
inclusive a sus parejas. Siempre habrá una mujer-madre para un
hombre-niño. Y esto tiene mucha incidencia en la vigencia del machismo”,
dice Sinay.
La sexualidad después del divorcio
Aunque a la mayoría de los hombres les cueste
reconocer, el encuentro sexual con una nueva mujer es un tema que con
frecuencia angustia a los nuevos solteros.
“La inseguridad sexual de los varones es uno
de los secretos mejor guardados. Y no solo se manifiesta en el encuentro
con una nueva pareja sino siempre. Es producto del imperativo de ser
rendidor, potente y eficiente para revalidar el carnet de hombre”, dice
Sinay, y explica que la sexualidad del varón (por mandatos culturales)
se basa en la producción más que en la emoción, en el rendimiento más
que en el afecto. “Muchos varones sienten (con razón) que una vez
divorciados hay sobre ellos una enorme expectativa: se espera que ahora
se conviertan en perfectas máquinas sexuales sin barreras. De todos
modos, si los varones de todas las edades (y muy marcadamente los
jóvenes y los de mediana edad) no tuvieran enormes inseguridades
sexuales ocultas, el viagra y similares hubieran pasado sin pena ni
gloria. Pero su éxito es, al mismo tiempo, una denuncia”.
El gran desafío, señala Sinay, siempre es afirmarse, construirse e identificarse como hombre antes que como macho: “Nacemos
varones y debemos hacernos hombres desarrollando todos los aspectos de
nuestro ser, explorando nuestro campo emocional y afectivo, nuestros
sueños, incorporando valores, ampliando los horizontes cerrados y
rígidos de los mandatos de género. El divorcio, aun cuando no es una
circunstancia deseada, puede ser una oportunidad, como suelen serlo las
crisis”.
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