Los jueces suspenden más visitas de maltratadores a sus hijos con el fin de
protegerlos . La reforma legal que
pasó a considerar a los hijos de las maltratadas víctimas directas de la
violencia. impulsa un 42% las suspensiones del régimen de visitas. También la
doctrina jurídica empieza a primar el interés del menor sobre los derechos de
paternidad, con 3 sentencias claves del Tribunal Supremo.
ECO | A. LARRAÑETA 07.03.2016 –
Durante el último trimestre de 2015 los jueces prohibieron que 257 hombres
denunciados por malos tratos visitaran a sus hijos. La cifra por si sola parece
menor —con 50.000 maltratadas en situación de riesgo en España y la mitad de
ellas, madres— pero es relevante por la tendencia que perfila. El nº de
suspensiones del régimen de visitas después del verano fue un 42% superior al
de los 3 trimestres anteriores, cuando se las restringieron a 171, 179 y 181
padres, respectivamente.
El salto que revela la última estadística del Consejo General del Poder
Judicial (provisional hasta su publicación oficial en abril) es el 1º
efecto del cambio legal por el que los hijos de las maltradas han pasado a
considerarse víctimas directas de la violencia machista. La reforma, aprobada
el pasado verano, obliga a los jueces a pronunciarse preventivamente ante
denuncias de malos tratos sobre la potestad, custodia y visitas de los hijos
que viven en hogares con violencia. En España no
existe un censo, ni siquiera un estudio oficial, sobre cuántos menores conviven
con la violencia machista. Las administraciones
hacen la cuenta de la vieja con el nº de denunciantes (126.000, al año),
con la macroencuesta de violencia de género (que dice que más del 50%
son madres) y con la media de hijos por mujer. Así, estiman que afecta como
mínimo a 140.000 niños. Aunque otras instituciones elevan la cifra a 800.000
menores, considerando mayoritarios los casos que no se llegan a denunciarse. A
la par que se aprobaban las reformas sobre el estatuto de víctima de los hijos
de la violencia machista, la Justicia ha empezado a dar muestras de un cambio
de doctrina, asumiendo cada vez con más contundencia las tesis de las
asociaciones contra la violencia machista, e instituciones como el Defensor del
Pueblo, que llevan años defendiendo que "un maltratador no es un buen
padre, que los hijos son víctimas a las que hay que proteger de un entorno
violento y que cada vez más maltratadores utilizan a los hijos para infligir
daño a sus madres". Solo el año pasado 8 menores fueron asesinados por
sus padres, la mitad al menos durante el régimen de visitas. "Ha habido
reformas legislativas muy importantes recientemente", resume la presidenta
del Observatorio contra la violencia de género del CGPJ, Ángeles Carmona.
"Los niños antes estaban invisibilizados en la violencia de género. Al
incluirse como víctimas dierectas en el art. 1 de la ley, esto impregna el
resto de la legislación y en concreto una de las consecuencias es que haya más
medidas que garanticen su protección. Ahora cuando los jueces tienen que
decidir cómo proteger a una mujer es obligatorio que se cercioren de si tienen
hijos o no y en caso afirmativo adopten de oficio medidas sobre las visitas o
la custodia. Antes era necesario que se lo pidieran", recuerda. Sin
embargo, y pese al aumento de las suspensiones del régimen de visitas tras el
verano, el año pasado solo se tomó esta decisión en el 3,8% de los casos. Los
jueces suspendieron en 2015 las visitas a 788 padres, por 623 del año anterior;
se suspendió la patria potestad a 93 maltratadores, por 62 del año anterior; y
se retiró la guardia y custodia en 1.269 ocasiones (por 1.133) del año
anterior.
Jurisprudencia del Supremo.
Carmona saluda también el incipiente
cambio en la jurisprudencia, con varias sentencias del Supremo y el
Constitucional en los últimos meses que avanzan en la garantía de la seguridad, la integridad y la recuperación del menor. A modo de ejemplo, la
presidenta del observatorio del CGPJ blande una sentencia del pasado enero del
Supremo. "Es la 1ª que dice que los hijos se ven afectados por ser
testigos de violencia de género y que se pueden convertir en maltratadores".
El caso es el del asesinato de una mujer a manos de su hijo de 18 años en
Baleares, en 2013. La sentencia concluye que el acto criminal (cometido con una
mancuerna y un cable asfixiador) fue fruto de las enseñanzas de un padre
maltratador. Los ponentes hallan evidencias de que el hijo "ha estado
durante toda su vida viendo a su padre maltratar a su madre y como consecuencia
le imitó". "Los 1º sentimientos que todo ser humano recibe al
nacer son los de amor, atención y cariño", dice el Supremo, y añade:
"Nadie nace odiando, y por lo mismo, nadie nace maltratador o agresor y
menos contra los progenitores. A odiar como a maltratar se aprende. Los padres
dan al hijo el ser, el sustento y la condición de ser social. Cuando esa
escuela inicial y fundamental que es la familia está definida por la dominación
y el desprecio, el sometimiento y la vejación y la victimización, se está en el
retrato negativo de lo que debe ser al familia como escuela de convivencia y
respeto. Es evidente que el recurrente no solo convirtió su relación con su
mujer en una situación de dominación y de miedo, sino que transmitió esos
dis-valores a su propio hijo quien libre y acríticamente los acepto y los llevó
a efecto de la forma trágica descrita".
Unos meses antes, en septiembre,
el Supremo sentó otro precedente al privar de la patria potestad a un
maltratador con más de 10 años de condena. La sentencia en cuestión decía
específicamente: "Repugna legal y moralmente mantener al padre en unas
funciones respecto de las que se ha mostrado indigno, pues resulta difícil
imaginar un más grave incumplimiento de los deberes inherentes a la patria
potestad que el menor presencie el severo intento del padre de asesinar a su
mujer". El caso era el de un padre que intentó matar a cuchilladas a la
madre de su hija, de 3 años, en su presencia, y que la Audiencia de
Guadalajara había decidido no quitarle la patria potestad por la vía penal.
Poco antes del verano, era el Constitucional el que zanjaba que el interés del
menor prevalece sobre la custodia compartida cuando el padre es condenado por
violencia de género. El mes pasado, en febrero, otra vez el Supremo estipuló
que una condena por amenazas a la madre también imposibilita la custodia
compartida. Fue el caso de un hombre que le dijo a su exmujer: "Como no me
den la custodia compartida te arranco la piel a tiras". Estas decisiones
de los máximos órganos judiciales ponen en el disparadero, definitivamente,
órdenes como la que emitió la Fiscalía en 2005, que decía sobre las custodias
en casos de violencia machista que "fijar la suspensión absoluta del
régimen de visitas del agresor para con los hijos puede no resultar oportuno ya
que se puede romper, de manera inadecuada, una relación paterno-filial bien
estructurada". 10 años después Pilar Nájera, fiscal jefe para violencia
contra la mujer, considera, en conversación con 20minutos, que la doctrina ha
cambiado y que las últimas sentencias "marcan el nuevo paso", un paso
que roconoce lento "porque nos cuesta mucho cambiar los patrones por los
cuales tomamos decisiones", pero que les está obligando a los fiscales
también "a ser proactivos, a cambiar el criterio y modularlo". La
fiscal considera que la sumisión del derecho de paternidad al interés del menor
empieza a ser un mantra. Nájera, autocrítica, reconoce que como fiscales
"estábamos fallando porque estábamos teniendo estereotipos
machistas". A tal efecto cita la reciente reprimenda del comité de
Naciones Unidas para la violencia contra las mujeres (Cedaw) en el caso de
Ángela Carreño, cuya hija fue asesinada por su padre en cumplimiento de un
régimen de visitas sin control pese a tener condenas previas de maltrato.
Siendo la Fiscalía muy partidaria de la custodia compartida, Nájera comparte la
doctrina de que es imprescindible que haya respeto mutuo entre las parejas para
compartir la crianza y considera que un acto de violencia de género es
precisamente lo contrario. A su juicio, todavía los fiscales pueden ser más
activos de lo que lo están siendo. "Aunque es una materia muy compleja. Y
no se puede aplicar los mismos cánones a la violencia continuada que a una
amenaza o un insulto. No todos somos tan educados y suspender un régimen de
visitas es muy grave", puntualiza. Las asociaciones feministas y de lucha
contra la violencia de género celebran "el cambio absoluto de
criterio" sobre los derechos de paternidad en entornos de maltrato y
esperan que sean cada vez más los juzgados que se empiecen a sensibilizar.
"Los niños que viven en hogares con malos tratos se bloquean, no socializan
en la escuela como deberían, viven en la casa con miedo. Al padre le cuentan lo
que le gusta oír. A la madre también, por miedo a generar un conflicto de
lealtades. Y si hay un régimen de visitas la verdad es que tienen bastantes
traumas a la hora de relacionarse con una persona que les controla o que ha
agredido a su madre", resume Susana Martínez Novo, presidenta de la
Comisión Nacional contra los Malos Tratos. Eso sí, las asociaciones continúan
reivindicando que el Estado garantice una dotación económica (las reformas
legales sobre los menores víctimas de violencia de género no llevan asignado ni
un euro de presupuesto) que permita reabrir puntos de encuentro familiares que
se cerraron por la crisis o dotar a los juzgados de equipos multidisciplinares
y psicólogos especializados en infancia.
Nota: Siguen queriendo vivir de las subvenciones Estatales, para recursos que se han visto ineficaces en cumplir sus objetivos.
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