Entre los cambios que provoca el nacimiento de un hijo
hay algunos aspectos poco agradables y de los cuales casi nunca se habla
Por CRISTIAN VÁZQUEZ/9 de septiembre de 2015
La maternidad tiene muchos aspectos positivos y en
general se habla mucho de ellos. No ocurre lo mismo con las cuestiones menos
agradables de esta etapa, que también existen. A continuación se reseñan
7 de esas dificultades, desde como preguntarse si de verdad merecía la
pena y lo mal que se pasa en las 1ªs semanas, hasta los posibles
problemas para amamantar, la necesidad de olvidarse -al menos por un tiempo-
de la coquetería y la contradicción de querer que este momento se acabe pronto
y, a la vez, dure para siempre.
Las dificultades de la maternidad
Tener hijos es uno de esos temas que casi siempre se
describen como maravillosos: la felicidad más grande, el mayor amor que se
puede sentir, etc. Y aunque nadie niegue que eso sea verdad, se puede afirmar
que es una parte de la verdad. Casi siempre es la parte más grande, la que
predomina, pero hay otras que, a menudo, se callan. Cosas que a casi nadie
le cuentan antes de convertirse en madre (o padre), y que se aprenden durante el camino y, a veces, a la
fuerza.
En los últimos tiempos, algunos libros y artículos de
blogs han reseñado varias de esas cuestiones de las que no se suele hablar,
pero que cualquier mujer que haya pasado por la experiencia de la maternidad
sabrá reconocer.
A continuación se resumen las más importantes.
1. Te preguntas si de verdad merecía la pena
Puede sonar muy fuerte, pero no es tan extraño sentirlo,
y no hay que culparse por ello (al menos, no en exceso). La madre bloguera
Catherine Alford afirma que la pregunta de si esto merecía la pena es
inevitable, debido a que la transición de la vida a la que la mujer está
acostumbrada a las desconocidas dificultades de la maternidad es muy rápida y
muy impactante.
Según Alford, es normal preguntarse "¿por qué me he
metido en esto?" mientras se amamanta al bebé de madrugada, cuando la
verdad es que se desearía no estar haciéndolo. Pero estas sensaciones son
normales y la mujer tiene que aceptarlas, sin culparse por fantasear con
hallarse en otros sitios o situaciones. "No pasa nada por dejar que tu
mente vague y eche de menos lo que tenía antes", sostiene la autora.
2. El amor no siempre surge nada más nacer el bebé
Pese a su tono más bien humorístico, el libro 'Guía
(inútil) para madres primerizas' (Ed. Sudamericana, 2007), de las argentinas
Paula Rodríguez e Ingrid Beck, incluye muchos datos y experiencias reales. En
su listado de "verdades que nadie te dijo sobre la maternidad",
señalan que justo después del nacimiento es posible sentir amor absoluto,
pero también extrañeza, sorpresa y hasta fastidio ("¡por fin has
salido!").
"No es que das a luz y al día siguiente te levantas
muerta de amor y espíritu de sacrificio por tu hijo", explica por su parte
la bloguera Lorena Novo. "Tenemos derecho a necesitar
tiempo para forjar un verdadero e incondicional amor por nuestros hijos, a
llegar a plantearnos si nos arrepentimos de haberlos tenido, a echar de menos
todo a lo que hemos tenido que renunciar, a llorar".
Novo lamenta que en general nadie mencione estas verdades
por "miedo a ser juzgadas como malas madres".
Como apuntan Rodríguez y Beck, "lo que para algunas mujeres es una experiencia
alucinante, para otras tiene los efectos de un bombardeo con armas
químicas". Y destacan que, al igual que otras relaciones, la de la
madre y su bebé se construye a partir de voluntad, confianza mutua, teta y
comprensión.
3. Las primeras semanas las pasas realmente mal
Esto no es que no se diga, pero la experiencia real es
mucho más difícil de lo que se prevé. "Las primeras 2 semanas de la vida
de tu hijo son las semanas más oscuras y depresivas de la tuya",
asegura a partir de su experiencia la bloguera chilena Pamela Arce. Y es que estas 2 semanas son las
del mayor impacto, la dura transición de la que habla Catherine Alford.
"Es horrible sentir que quieres morirte -prosigue
Arce-. Nadie te entiende, estás fea, todos te critican, miras a tu hijo y te
sientes culpable de no estar saltando en una pata de felicidad y, como si fuera
poco, no falta alguien que te pregunta: ¿estás contenta?". Su mensaje, de
todos modos, al igual que el de la mayoría de las mujeres que han pasado por
esa situación, es optimista: "Esto se pasa como por arte de magia a medida
que pasa el tiempo, así que no se desesperen".
4. Dile adiós a la coquetería, al menos por una temporada
Las uñas ya no se dejan largas, ni se pintan, ni se lleva
bisutería ni joyas grandes, ni tampoco ropa interior bonita (sino sujetadores
de lactancia). Eso, entre otras cuestiones, destaca Cecilia Jan en el blog De
mamas & de papas. El artículo en el que lo señalaba fue el punto de partida
de un libro: 'Cosas que nadie te contó antes de tener un hijo' (Ed. Planeta,
2014). En él se incluyen desde las cuestiones más trascendentales hasta
detalles como no pulsar más los botones del ascensor o los interruptores de la
luz: son los niños los encargados de hacerlo (y se enfadan cuando no lo hacen).
Pero las uñas y la bisutería no son todo, ni mucho menos.
"Ducharte es un verdadero lujo", dice Pamela Arce, y "tu
perfume es aroma a leche cortada". Depilarse e incluso echarse vaselina en
los labios pueden ser misiones difíciles de cumplir, como lo cuenta Eva Quevedo
en su Blog de Madre.
5. Dar la teta no es tan fácil
Se habla mucho de las bondades de la lactancia materna,
pero no tanto de sus dificultades. Si bien no siempre hay problemas, a veces al
bebé le cuesta más aprender a mamar. Y luego casi siempre los pezones se
agrietan y duelen, tal como describen en su libro Rodríguez y Beck.
6. Puedes tener problemas con otras personas
La mezcla de alteraciones hormonales, pocas horas de
sueño y no saber bien qué hacer ante cada situación nueva pueden ser un cóctel
explosivo. Y ese cóctel puede detonar cuando otras personas se lanzan a opinar
y dar consejos sobre la crianza. Desde fuera todo parece más sencillo.
El consejo de Pamela Arce es decir a todo el mundo que sí y no hacer caso, para
evitar roces.
También puede haber problemas en la pareja y, en
ciertos casos, hasta pueden incluso acabar en ruptura. Para evitarlo, son
fundamentales el diálogo, la comprensión, la paciencia y tratar de tener claro
que ambas partes deben funcionar como un equipo.
7. Quieres que esta etapa dure para siempre, pero que se
acabe de una vez
Así de contradictorio como suena. Son meses difíciles,
por todo lo que hay que aprender y el esfuerzo que requiere, pero, a la vez, hay
que disfrutarlo, porque el tiempo es veloz y los niños no paran de crecer.
"Cuando doblé su ropita de 0 a 3 meses me puse a llorar, pero también
celebro que por 1ª vez duerma 8 horas seguidas y yo deje de parecer un
vampiro y empiece a recuperar mi cara de persona normal", resume Catherine
Alford.
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