Juan Bosco Martín Algarra |Lunes, 03.08.2015
Sara Calleja, pintora y madre de 2 hijos, se quitó la vida el pasado 11 de
julio harta del acoso al que le sometía su expareja.
Ahora se ha conocido la espeluznante carta que envió a la juez momentos
antes de arrojarse al vacío desde un 2º piso.
La delegada de violencia de género, Blanca Hernández: "Se siguen transmitiendo mensajes machistas a los jóvenes". Ver imagen en tamaño
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Campaña contra la violencia de género. Ver imagen en tamaño completo.
“Estoy muy
cansada y necesito descansar. Mi vida es insoportable”. Así resumía
su estado de ánimo Sara Calleja, una artista de 52 años, en una carta remitida
a la juez de violencia de género del juzgado de León y que ha hecho pública el diario El Mundo.
Horas más tarde, se lanzó a la calle desde un 2º
piso. Tenía 2 hijos, Andrea, de 33 años, y Elio, de 28.
La vida de Sara era insoportable por el acoso al que le
sometió por 2 agónicos años su expareja, Christian, un belga que había
sido amigo de infancia.
Reapareció en su vida para prometerle un futuro laboral
ilusionante en su país.
Pero ese futuro se convirtió en infierno de gritos,
celos y golpes.
Insultos y perdones
Sara perdió todo contacto con su familia. Vivía encerrada
presa del pánico y del control atosigante de Christian. Hasta que se
armó de valor y regresó a León pensando que recobraría la libertad.
Se equivocó.
El acoso de su expareja se multiplicó a través del
correo, Facebook y los móviles.
1º se dirigió a ella y
después, cuando dejó de contestarle, a sus familiares y amigos.
Los insultos
-”zorra, guarra, hija de puta”- se alternaban con las peticiones de perdón
-”perdóname, no volveré a ser celoso ni violento”-, y continuó en una espiral
que cada vez tenía más de los 1ºs y menos de las 2ªs.
Lo cuenta su hijo en un desgarrador testimonio.
También se multiplicaron las denuncias en los juzgados,
pero de nada práctico sirvieron los cientos de papeles y quejas.
Inoperancia judicial
Para la familia de Sara, su caso es un modelo de abandono
de la Justicia a un ciudadano.
La Justicia no impidió que Christian la siguiera
amenazando “contéstame porque te va a costar mucho dinero”- y coaccionando
-”voy a ir a León a contar toda la verdad tuya”. En su ansia de venganza, el
hombre llegó a denunciarla en el INEM.
Sara había montado exposiciones para ganar algo de
dinero. No ganó nada, salvo una deuda de 18.595 euros por cobro indebido del
subsidio de desempleo.
La ayuda económica que llegó a recibir como mujer
maltratada se la tragaba esta deuda mes a mes.
662 mensajes
Por fin hubo un juicio y la fiscal de violencia de género
de León, lugar donde se cometió el delito denunciado, pidió 5 años de prisión.
En la vista oral se llegó a un acuerdo de conformidad. Christian
reconoció que en solo 4 meses llegó a enviar 662 mensajes a Sara, y también que
había incumplido la orden de alejamiento impuestos por el juzgado.
No sirvió para nada. Las amenazas y los mensajes continuaron.
La mujer buscó una vía de escape definitiva en 200
pastillas y varios tragos de agua.
Su alma ya estaba muerta, pero su
cuerpo resistió este 1º intento de suicidio.
“Vayas donde vayas, estés donde estés, te encontraré”,
“tengo todo el tiempo del mundo, Sara”, “esto es muerte asegurada”, eran
algunas de las amenazas.
Huída a Ibiza
Sara huyó a Ibiza para refugiarse en casa de su hija.
Tampoco allí se libró de la presencia amenazante de Christian. Puso otras 2
denuncias.
No obtuvo respuesta.
Entonces llegó el 11 de julio de 2015. Tomó papel y
escribió a la juez de violencia de género de León unas
frases que le martillearán toda su vida:
"A día de hoy no entiendo cómo he podido soportar todo lo que
me ha venido. En realidad no lo soporto y por eso me retiro".
"Las leyes son una mierda: depende de para quién y sobre todo
de cómo se aplican".
"Mi sanción del Inem es tan desproporcionada que me ha dejado en la
miseria, y si no llega a ser por pocos pero buenos amigos que me ayudaron
económicamente, mi familia no tenía ni para comer".
"Ud. sabía que no cobro la ayuda que me conceden como mujer
maltratada: se la queda íntegra el INEM. Pero a ud. le dio lo mismo".
"No soy capaz de salir sola a la calle"
"Hace 3 meses lo intenté con pastillas con la mala fortuna de que mi
cuerpo aguantó lo que no debía. Hoy espero irme de verdad. No soporto los
días".
"Lo único que alegra mi existencia es la sonrisa de mis hijos,
sus sonrisas son lo más bonito. Mi hija me ve día a día y sufre y llora. Y mi
hijo no me ve, pero sé que me siente".
“Estoy orgullosa de mí misma, como
nunca lo he estado, por estos 2 años. Orgullosa de haber tenido a mi querida
Andrea y a mi querido Elio, lo mejor que he hecho en la vida”.
"Desde hace una semana trabajo, pero no lo soporto. No sólo porque es
mucho y muy duro, es que mentalmente estoy 'tocada' y no estoy a lo que
tengo que estar. La medicación que tomaba me quitó mucha agilidad manual y
mental y física".
"Christian sigue molestando, enviando a mi madre mensajes (yo tengo
otro móvil) y llamando a su casa. Y por si no lo recuerda, mi madre es mayor.
Sigue poniendo fotos mías y me sigue insultando. Ha creado perfiles
falsos míos otra vez y vende las acuarelas que dejé en su casa de Bruselas y no pude recuperar".
"Aquí en Ibiza he puesto 2 denuncias, en mayo
y junio, y no he recibido ninguna contestación todavía. Me hace
gracia esa gente que dice que muchas mujeres denuncian para tener beneficios
económicos… Que me pregunten a mí..."
"Muchas mujeres retiran sus denuncias porque es una agonía
aguantar un proceso del que nunca sales entera".
“Yo ya no puedo más. Mi vida no tiene luz ni esperanza. Christian
Costenoble me robó todo. Él ganó”.
Poco después de escribir estas líneas (ver carta completa), el cuerpo de Sara yacía
inerte en una calle de Ibiza.
(RECUERDA EL TELÉFONO PARA DENUNCIAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO: 016) excepto para los hombre.
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