La Voz de Puertollano|Puertollano|27 Julio 2015
Un
vecino de Badajoz, residente en Puertollano inicia una huelga de
hambre para sensibilizar a la sociedad del “drama que atraviesa desde
que se divorció de su mujer”
Roberto Aguado tiene 47 años y aunque es de Badajoz vive en
Puertollano, ciudad a la que tuvo que trasladarse “después de separarse
de su mujer y para estar cerca de sus hijos”; ahora su “vida se ha
truncado y está inmerso en una batalla legal con su exmujer que le
reclama la manutención atrasada a sus hijos o el incumpliendo del
régimen de visitas”. Este lunes inicia una huelga de hambre para “pedir a
la justicia que le permita tener a sus hijos y solicitar un
levantamiento del embargo judicial para la manutención que le permita
trabajar”.
Es la historia de Roberto Aguado, padre de 2 niños de 10 y 16 años y
divorciado de su mujer desde mayo de 2007. “Yo vivía en Badajoz con mi
mujer y mis 2 hijos, pero en el momento de la sentencia de divorcio,
ella se viene a Puertollano, su ciudad natal. Después de 2 meses de
idas y venidas de Badajoz a Puertollano decido dejar todo: mi familia y
mi trabajo y me vengo a Puertollano para estar cerca de mis hijos”, así
comienza Roberto a relatar su historia, “una pesadilla que no termina y
que le está generando muchos problemas de salud como hipertensión,
ansiedad y otros problemas derivados”.
Los 5 primeros años divorciados, asegura Roberto “todo va
estupendamente. Mi exmujer ni siquiera me pide manutención porque yo me
encargo de todos los gastos de mis hijos, incluso pasan largas
temporadas conmigo porque ella trabaja en Solaria y tenía turnos de
noche”.
Una historia normal que se “trunca cuando a Roberto le falla el trabajo
y tiene que volver a Badajoz”. Asegura que “a 300 km es
imposible cumplir con el régimen de visitas establecido y su exmujer le
denuncia”. Es a los 6 años de estar divorciado cuando recibe la
1ª denuncia de parte de exmujer y a él le llegan multas y más
multas. Después, llega una demanda reclamando la manutención de sus
hijos en todo ese tiempo.
La historia continúa y Roberto “consigue en febrero de este año venirse
otra vez a Puertollano, a duras penas y ayudado económicamente por
familiares y amigos”. Y alquila un piso a 40 m2 de donde viven sus
hijos. A pesar de existir una cláusula en el convenio regulador del
documento de divorcio que le permite ver a los niños cuantas veces
quieras, “ella se lo impide”.
Este pacense, comercial de telecomunicaciones “decide entonces
denunciar a su exmujer por no dejarle ver a sus hijos”, pero el juicio
se celebra “y el juez le da razón a ella que se presenta diciendo desde
el minuto 1 que yo abandoné a mis hijos, lo cuál no es cierto”. Y es ahí
cuando le invade la desesperación. “Sé que no soy el único, que hay
muchos hombres en mi situación, estamos desprotegidos porque la justicia
siempre les da la razón a ellas y eso hace que se sientan en una
situación de autoridad, por eso voy a iniciar una huelga de hambre en la
puerta del juzgado de Puertollano”.
Con esa huelga de hambre Roberto quiere “reclamar a la justicia que le
deje tener a sus hijos, darles de comer y atender sus necesidades y
sensibilizar a la población y en concreto a su exmujer”.
No sabe “si esa huelga de hambre servirá de algo, cuánto va a durar o
si va durar él”. Lo único que sabe es que “no puede trabajar porque
cuando empieza en una empresa automáticamente llega un embargo del
100 % de su ingreso y se encuentra en un bucle: no le
contratan, pero tampoco tiene dinero para mantener a sus hijos, ni
siquiera para mantenerse él mismo pues lleva muchos meses recibiendo
la ayuda de familiares y amigos”.
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