El Papa Francisco participó del Sínodo de Obispos.
Foto: EFE/Cristina Cabrejas - EFE
Los participantes en el Sínodo sobre la familia, que
comenzó el pasado lunes en el Vaticano, terminaron sus ponencias, que
han evidenciado una división en la Iglesia sobre sí se debe consentir
que los divorciados que se han vuelto a casar puedan recibir la
Comunión.
Aunque, como resaltó uno de los participantes, el
problema de los divorciados que se han vuelto a casar afecta al 1 % de
los católicos, el tema ha centrado una gran parte de las intervenciones y
ha quedado claro que existen 2 líneas de pensamiento, que intentarán
converger en puntos comunes en los trabajos de la próxima semana.
Los portavoces de la oficina de prensa que difunden
los resúmenes de las intervenciones reiteraron hoy que la asamblea
continúa dividida en 2 líneas.
Una defiende “la fidelidad sin compromisos” de la
doctrina, que impide recibir los sacramentos a los divorciados que se
han vuelto a casar; y otra la respaldan aquellos que, aunque defendiendo
el carácter indisoluble del matrimonio, quieren que la Iglesia católica
“busque vías concretas” para resolver situaciones concretas.
Algunos apuntaban a la necesidad de que la iglesia
tome un “camino penitencial” para que se reflexione sobre el sufrimiento
de algunas situaciones, como la de “los divorciados que se han quedado
solos porque a menudo sufren en silencio y están marginados de la vida
social”.
También invitaron a que la Iglesia actúe “para
proteger a los hijos de los cónyuges divorciados de las repercusiones
psicológicas que el divorcio pueda tener sobre ellos‘, ya que muchas
veces son tratados como ‘una pelota de ping pong”, observó un obispo.
En este debate, que en estos días ha sido “pasional”,
pero “respetuoso”, tomó la palabra unos de los “padres sinodales”, como
se conocen a los que tienen voz y voto en esta asamblea, para contar su
experiencia “como hijo de divorciados”.
Aunque la sala de prensa del Vaticano no citó su
nombre, como ha hecho con el resto de personas que han intervenido, se
trata del arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn.
“Yo experimenté el estigma con el que se marcó a mis
padres y el que experimente yo por ser hijo de divorciado”, dijo el
arzobispo, uno de los más acérrimos defensores de una apertura a la
misericordia por parte de la Iglesia en estos casos.
Otros, explicaron como la prohibición de volverse a
casar para los católicos llena la Iglesia de “viudas y viudos tras el
divorcio, sólo porque han sido abandonados por sus parejas”.
Pero en la otra línea, otros como el cardenal Walter
Brandmuller, en una entrevista publicada hoy en el diario italiano “La
Repubblica”, aseguran que los “divorciados necesitan ayuda pastoral,
pero esto no implica su admisión en el sacramento de la Eucaristia
porque con su decisión van contra la palabra de Dios y es el momento de
la comunión el más íntimo encuentro con Dios”.
La controversia de estos días quedará plasmada en el
papel cuando el lunes se publique la “Relatio post disceptationem”
(Relación después de la discusión) y que servirá de documento para
debatir durante la próxima semana, tras la que se redactará el texto
final con las conclusiones del Sínodo.
Pero el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ya
adelantó hoy que no se pueden esperar conclusiones sobre este tema ya
que queda aún por celebrarse el Sínodo ordinario sobre la familia de
octubre de 2015 y por tanto los obispos quieren ir gradualmente y con
calma.
De esta sesiones ha surgido también la total
oposición a cualquier tipo de reconocimiento de las uniones
homosexuales, aunque todos han coincidido en la necesidad de no juzgar,
ni recriminar a estas personas.
También se reafirmó con decisión la condena de la
manipulación genética y la crioconservación de embriones, y también se
rechazó, sobre todo desde los obispos africanos, que vengan propuestos
como defensa de “derechos humanos” conceptos como “aborto y uniones del
mismo sexo”.
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