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Jueves, 26 de junio de 2014
El Vaticano ha anunciado que promoverá una “pastoral de misericordia”
para aquellos que están en situaciones de irregularidad canónica, como
los que conviven, los divorciados, los separados, los divorciados
vueltos a casar, las madres solteras o las parejas del mismo sexo y sus
eventuales hijos, durante la presentación esta mañana del Instrumento de
trabajo que será usado por los obispos de todo el mundo durante Sínodo
sobre la familia, que se celebrará del 5 al 19 de octubre.
El Instrumento de trabajo, que se estudiará durante el Sínodo que
dará lugar a una nueva exhortación apostólica del Papa Francisco,
constituye un diagnóstico de la preocupación por la situaciones
familiares, fruto de las respuestas enviadas al Vaticano por
episcopados, congregaciones y movimientos de todo el mundo.
De este modo, el secretario general del Sínodo de los obispos, el
cardenal Lorenzo Baldisseri, ha puesto de manifiesto que serán
consideradas en manera particular las situaciones pastorales difíciles
que se refieren a las situaciones de “convivencia y uniones de hecho,
separados divorciados, divorciados vueltos a casar y sus eventuales
hijos”, aquellos que se encuentran en condiciones de “irregularidad
canónica” o que piden casarse por la Iglesia “sin ser creyentes o
practicantes”.
Sobre los divorciados vueltos a casar, el secretario del Sínodo de
obispos ha reconocido que “viven con sufrimiento su situación de
irregulares en la Iglesia” y ha sentenciado que la Iglesia “se siente
interpelada a encontrar soluciones compatibles con su enseñamiento, que
guíen una vida serena y reconciliada”. Así, ha manifestado la
“relevancia” de “de simplificar y agilizar los procesos judiciales de
nulidad matrimonial”.
Sobre los que se casan “sin fe explícita”, ha reclamado “mayor
atención de la pastoral eclesial” y una “mejor calidad” en los cursos de
preparación del matrimonio para que los esposos puedan continuar siendo
“recién casados después de la boda”.
CUIDADO A LOS HIJOS DE PAREJAS DEL MISMO SEXO
Sobre las parejas del mismo sexo, Baldisseri ha distinguido
contextos, según la legislación civil sea “más o menos favorable”, y ha
puesto de manifiesto la necesidad de un “cuidado pastoral de las
Iglesias particulares”, sobre todo pensando en “las cuestiones
relacionadas con los eventuales hijos”. “Urge permitir a las personas
heridas de curarse y reconciliarse, encontrando de nuevo confianza y
serenidad”, ha agregado.
Por eso, ha promovido la necesidad de una pastoral capaz de ofrecer
la “misericordia que Dios concede a todos sin medida”, al tiempo que ha
evidenciado que la Iglesia tiene que “proponer no imponer”, “acompañar y
no empujar” e “invitar y no expulsar”.
Asimismo, Baldisseri ha reconocido que “la convivencia y las uniones
de hecho” están en creciente difusión y lo ha achacado a “diversas
razones sociales, económicas y culturales”. “La Iglesia siente el deber
de acompañar a estas parejas en la confianza de poder sostener una
responsabilidad como es la del matrimonio, que no es demasiado grande
para ellos”, ha agregado.
Por su parte, el relator General de la III Asamblea General
Extraordinaria del Sínodo de Obispos y arzobispo de Budapest, cardenal
Peter Erdo, ha comentado que el documento de trabajo ofrece “una
panorámica de la situación de la pastoral de la familia”, a partir de la
perspectiva del nivel de la conciencia, que tiene que ver con el
conocimiento, “de las enseñanzas de Cristo y la Iglesia sobre el
matrimonio” y del nivel relativo “al comportamiento real de la gente”,
donde se presentan las “situaciones críticas”.
Erdo ha expresado que muchas de las respuestas evidencian que la
gente “cada vez se casa menos, también de manera civil”. “Tal fenómeno
se inserta en el contexto de del individualismo y del subjetivismo
práctico”, ha agregado.
Sobre el tema de los divorciados vueltos a casar, Erdo ha manifestado
que en algunas partes del mundo se habla de “un sufrimiento causado por
no recibir los sacramentos” y que a la pregunta “¿qué piden los
divorciados a la Iglesia?” en otras partes del mundo la respuesta más
frecuente es que “no piden nada, o porque no saben que no pueden
participar a los sacramentos o se han mostrado indiferentes sea antes
como después del matrimonio civil, inválido desde el punto de vista
eclesial”.
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