16.04.2014/Jerónimo José Martín, Crítico de cine en COPE, 13TV y Aceprensa. Presidente del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC). Profesor de Cine y Moda, y de Historia del Cine de Animación. Escritor y conferenciante. @Jerojose2002.
“La víctima resulta ser la niña —reconocía Ullmann—, la personita que ha sido utilizada en el juego de los adultos, sentada en medio de un carrusel emocional, sin entender cuál es su verdadero papel en la historia”. Una lúcida perspectiva, ya adoptada 11 años antes por Robert Benton en “Kramer contra Kramer”, y retomada 11 años después por el iraní Asghar Farhadi en la premiadísima “Nader y Simin, una separación”.
Ahora, Farhadi profundiza todavía más en “El pasado”, su 1ª película fuera de su país, con la que optó al Globo de Oro y a 5 Premios César, y que le valió a Bérénice Bejo (“The Artist”) el Premio a la mejor actriz en Cannes 2013.
Precisamente, el 3° divorcio de su personaje detona los afilados conflictos que sufren su último marido, su novio actual, sus 3 hijos de diversos padres y especialmente la adolescente Lucie, que provoca sin querer una verdadera tragedia.
Quizás “El pasado” se alarga demasiado y carga la mano en el melodrama.
Quizás no sea tan redonda y emotiva como “Nader y Simin, una separación”. Pero, como ella, tiene una factura espléndida, ofrece interpretaciones memorables y pone el dedo en una de las llagas más sangrantes de las sociedades occidentales. Una profunda herida que algunos quieren desdramatizar, presentando el divorcio como algo positivo, sin culpas ni secuelas; pero que, en realidad, genera miles de hijos sin padres, o con madres y padres a trozos, con los consiguientes desajustes afectivos que eso provoca, algunos trágicos. Como los que describe “El pasado” con honesta veracidad.
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