Padres e Hijos / nuevas fórmulas de pago: Las parejas han dejado de tener en cuenta la mala situación económica a la hora de llevar a cabo este costoso trámite legal.
Ni parejas rotas forzadas a la convivencia por la crisis, ni divorcios retrasados sine die por falta de liquidez en la cuenta.
Los despachos de abogados especializados en familia tienen «más trabajo
que nunca eso sí, a costa de ofrecer a sus clientes «imaginativas
formas de pago».
La mala situación económica ha dejado, de esta forma,
de influir en este trámite legal, dando paso a una nueva mentalidad a la
hora del pago con tal de lograr la mejor defensa posible a la hora de
luchar por la custodia de los hijos, la casa, y la pensión.
Los últimos datos de 2011 del Consejo General del Poder Judicial
así lo indican:
el año pasado se cerró con 117.179 demandas de divorcio
presentadas en los tribunales, frente a las 119.513 del año anterior.
Esto se traduce en una modesta caída de un 2% que, sumada al descenso de
matrimonios celebrados ese mismo año, podría suponer que estamos
dejando atrás una tendencia a la baja que los expertos han atribuido a
un efecto colateral de la crisis.
«Cuando la gente se divorcia, normalmente es porque tiene motivos para ello», indica Luis Zarraluqui
Para Luis Zarraluqui, presidente de Zarraluqui Abogados de Familia, uno de los profesionales con más experiencia en España en procesos de divorcio, esta mínima alteración de datos sobre divorcios carece de importancia.
A su juicio, el número sólo ha variado sensiblemente, por lo que no
podemos hablar de bolsa de parejas encadenadas en casa a la espera de
tiempos mejores para poder hacer frente al proceso. «No lo vemos como
tendencia a señalar. Cuando la gente se divorcia, normalmente es porque
tiene motivos», asegura.
Quizás,
reconoce Zarraluqui, sí que existan algunas parejas que se retraigan a
la hora de iniciar los trámites, pero nunca por los costes del proceso,
sino por los que supone la nueva vida. «Si tienen que divorciarse,
pueden tardar, pero a la larga lo hacen».
En la misma línea se
pronuncian tanto Gonzalo Pueyo-Puente, presidente de la Asociación Nacional de Abogados de Familia,
como la abogada matrimonialista Ana Tormo, para quienes el descenso no
es relevante porque siguen trabajando al mismo nivel que antes. «Puede
que ahora se negocien las minutas pero si te vas a divorciar, quieres estar en manos de profesionales que te ofrezcan confianza», dice esta última profesional.
Ganas de «pelea»
En
cuanto al coste, todo depende. Como dice González-Pueyo, «depende de
las ganas de pelear de la pareja por todo lo que tienen que repartir,
pero también de la destreza de los abogados que lleven a cabo el proceso
y, en última instancia, de la agilidad del juzgado.
Ya se sabe, uno
sabe donde entra pero no cuando sale», comenta.
Donde la crisis sí ha
provocado un cambio de mentalidad es en las nuevas e imaginativas formas de pago.
«Ahora lo 1º que hacen es intentar negociar los honorarios»,
reconoce Tormo. El siguiente paso, continúa Carmen Varela, responsable
del departamento de familia del bufete Círculo Legal, es que algunos
despachos ofrecen facilidades de pago a la gente y algunas parejas
«incluso piden préstamos a su familia para que sufraguen los gastos del
proceso. Desde luego, todavía no me he encontrado a nadie que no lo haga por dinero», asegura esta letrada, quien cuenta cómo un cliente suyo le paga 300 euros al mes por su proceso y «asunto resuelto».
Menos «aguante»
En
el turno de oficio también queda constancia de esta realidad, donde
incluso la petición de representantes legales para familia se ha
disparado, resalta Manuel Valero, presidente de la Asociación de Letrados por un Turno de Oficio Digno (Altodo).
«Una inmensa mayoría de divorcios se tramita a través de este servicio
gratuito de la justicia, a lo que habría que sumar una cantidad muy
importante de gente que no está casada pero a la que se le tramitan las
medidas correspondientes , expone.
«Es
un hecho —concluye Varela—, los matrimonios de hoy no aguantan tanto
como los de antes, pero si a esto encima le añadimos un cambio de
valores y la mala situación económica actual, tenemos lo que tenemos».
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