domingo, 7 de agosto de 2011

"Los Padres del Obelisco": la lucha silenciosa por la custodia de sus hijos


http://www.mdzol.com/mdz/nota/312814-los-padres-del-obelisco-la-lucha-silenciosa-por-la-custodia-de-sus-hijos/
"Los Padres del Obelisco": la lucha silenciosa por la custodia de sus hijos.

Como las madres de la Plaza de Mayo, cada jueves, en el Obelisco, un grupo de padres divorciados pide por el derecho a ver a sus hijos y en algunos por la custodia.
Una situación social que pretende posicionarse en todos los niveles.


por Medios. 6 de Agosto de 2011

Cada jueves, el mismo día que las Madres de Plaza de Mayo hacen su tradicional ronda para reclamar por sus hijos desaparecidos, un grupo de padres divorciados hace lo propio al pie del Obelisco porteño, donde bregan por el derecho a ver a sus hijos.

La lucha de los "padres del Obelisco" comenzó el pasado 17 de junio gracias a Daniel Igolnikov, un padre divorciado que legalmente tiene la custodia compartida de sus 2 hijos con su ex mujer y está cansado de hacer denuncias para lograr que el régimen de visitas establecido se cumpla.



Igolnikov decidió convocar una marcha frente a la sede del Palacio de Justicia porteño el mismo día en que acudía a una audiencia decisiva en los tribunales y así hacer fuerza para poder ver a sus hijos el Día del Padre, que en Argentina se celebra en junio.

Otros afectados se unieron a la convocatoria para mostrarle su apoyo y la presión surtió efecto: Igolnikov logró ver a sus hijos en su día especial, aunque solo durante 10 minutos.

"Si no llega a ser por la marcha y los papás que me acompañaron ese día seguiría todo en la misma situación", aseguró Igolnikov en una entrevista con Efe.



La mecha de aquel triunfo prendió y, desde entonces, los "padres del Obelisco" se reúnen cada jueves a la tarde a los pies del emblemático monumento, alrededor del cual dan vueltas mientras reclaman sus derechos.

Igolnikov aclara que se trata de un movimiento "por los hijos y contra la inoperancia judicial", en ningún caso contra las madres, y afirma que "no hace falta cambiar la ley para esto: solo hay que cumplirla".

Como él hay gran cantidad de padres divorciados que han perdido el contacto con sus hijos en medio de largos y lentos litigios judiciales, pero no pierden la esperanza de lograr restablecer el vínculo.



"Son muchos más los que vienen. Hay que preguntar en el entorno para darnos cuenta de que la situación es muy abundante, yo me encuentro todo el rato con gente a la que le pasa lo mismo", asegura Igolnikov.

Más allá de las marchas, también realizan los llamados "aguantes", que consisten en acompañar a papás y abuelas cuando tienen audiencia para que no se sientan solos.

Así terminan también con "el silencio y la oscuridad" que les rodea, afirma este padre.



"A la violencia se la combate con publicidad porque el violento, como normalmente es una actitud cobarde, necesita de la clandestinidad, casi nadie golpea en público. Y esto de no dejar ver a los chicos es violencia contra los chicos", continúa.

Pese a que solo llevan un mes de lucha, parece que la iniciativa de Igolnikov para que se cumpla el régimen de visitas está calando y sus reclamos ya se han hecho escuchar.


Los "padres del Obelisco" han conseguido que se restablezca el vínculo padre-hijo en 2 casos, y siguen adelante dando pasos seguros en direcciones concretas.

En este momento reclaman que los niños puedan pasar con sus padres las vacaciones de invierno, que tienen lugar en Argentina a finales de julio, y ya plantean la siguiente meta: ver a sus hijos en el Día del Niño, el próximo 21 de agosto.



Para ello preparan pancartas que recogen el lema concreto de la semana (esta vez toca "felices vacaciones con sus hijos") y en las que aparecen los nombres de fiscales y jueces que no trabajan bien.

"Nosotros no denunciamos por denunciar, solo vamos contra casos concretos, no permitimos nada que no esté verificado. Mi cartel no va contra el juez (de mi caso), que sí esta trabajando, sino contra el fiscal", explicó Igolnikov.



Este padre sabe que lo importante es no perder la fe y, gracias a su perseverancia, ya ha conseguido "recuperar casi definitivamente" a su hijo mayor, de 14 años, pero seguirá peleando por el menor, de 9.

"El fin de una pareja no es el fin de una familia, siguen existiendo los abuelos, los tíos, los sobrinos, los hermanos", sentencia.

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