viernes, 29 de octubre de 2010

El divorcio como la causa principal de la pobreza

catholic.net

Las rupturas familiares, nueva causa de pobreza
Un estudio de la Universidad Pompeu Fabra revela que un tercio de los separados y divorciados en Barcelona acaban en la indigencia relativa

Autor: Víctor Ruiz Fuente: www.e-cristians.net
Un estudio de la Universidad Pompeu Fabra revela que 1/3 de los separados y divorciados en Barcelona acaban en la indigencia relativa.
En el actual contexto social, la transgresión de los valores tradicionales suele ser percibida como algo positivo, divertido, políticamente correcto y muchas veces necesario por la mayoría de políticos a la caza del voto, por los medios de comunicación y por una gran parte de la sociedad en general.
Transgredir está de moda y ya hace años que esta actitud se ve reflejada en la estructura familiar, entre otros ámbitos.

La tendencia a la precariedad en las relaciones de pareja conduce a que cada 4 minutos se rompa un matrimonio en España, según un informe realizado por el Instituto de Política Familiar.
Por otra parte, es de todos conocido que las separaciones y divorcios son motivo de sufrimiento para ambas partes, pero sobre todo suelen causar problemas psicológicos a largo plazo a los hijos afectados.

A todos estos datos, viene a sumarse ahora uno nuevo:
Un estudio de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona revela que 1/3 parte de los separados y divorciados en la capital catalana acaban sufriendo una situación de pobreza y precariedad económica.
Según el estudio de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), las rupturas familiares son la causa de un nuevo modelo de pobreza que afecta, sobretodo, a la mujer.

Los divorcios y las separaciones matrimoniales conllevan un riesgo añadido que favorece una emergente situación de precariedad económica, en la que también influyen otros factores de edad y género.
Sebastián Sarasa, profesor de la citada universidad, ha presentado un informe sobre la pobreza y la exclusión en Barcelona que llega a esta conclusión, entre otras relacionadas con la mendicidad, cruzando y comparando diversos indicadores sociales y económicos entre los años 1996 y 2000.

El estudio sitúa:
1.- entre un 10 - 12 % los barceloneses que viven en una situación de pobreza relativa, con menos de 320 euros mensuales,
2.-mientras otro 10 % se encuentran en condiciones precarias, con unos ingresos que oscilan entre un 50 - 70 % de la renta media catalana.

Otros datos del trabajo realizado por la UPF indican que:
3.- un 10 % de la población de Barcelona más adinerada acumula entre un 22 - 25 % de la renta total de la ciudad,
4.-mientras que un 10 % de los más pobres tan sólo reciben un 2 %.

Por otro lado, el informe Evolución de la familia en España 2003, que ha llevado a cabo el Instituto de Política Familiar (IPF), revela que un 52 % de los matrimonios españoles no llega a los 10 años de vida en común.
En 2002 las rupturas conyugales aumentaron un 11 % con respecto al año anterior, y se produjeron 73.500 separaciones y 41.500 divorcios.

El IPF ha dado la voz de alarma al constatar que, desde 1992 hasta hoy, el incremento de matrimonios rotos se ha disparado espectacularmente.
Estamos hablando de un incremento del 72 %, frente al estancamiento en todos estos años de la cifra de enlaces matrimoniales, que rondan las 200.000 parejas anuales.
"La situación es tal que las rupturas matrimoniales están creciendo a ritmos más acelerados que la creación de nuevos matrimonios", señala Eduardo Hertfelder, presidente del IPF.

Los niños, los grandes perdedores
Las causas de este fenómeno sociológico, según señala la psicóloga Patricia Martínez, que ha participado en el estudio del Instituto de Política Familiar, hay que buscarlas "en la precariedad de las relaciones de pareja, generada sobre todo por el cambio cultural, la pérdida de valores religiosos y morales, la incorporación de la mujer al trabajo y la falta de colaboración de los varones en las tareas domésticas".

Desde que entró en vigor la Ley del Divorcio en 1981, 4 millones de españoles se han visto afectados por los cerca de 1,5 millones de rupturas matrimoniales.
Y el informe hace hincapié en que, de esta cifra, "más de 1 millón de afectados son niños, una situación que puede calificarse como dramática en términos de trastornos de la personalidad, fracaso escolar, etcétera", según afirma Hertfelder.

Los niños, al igual que ocurre en los casos de maltratos y en las guerras, son las víctimas sin voz ni voto en las decisiones de los adultos, en este caso en lo concerniente a la ruptura del núcleo familiar.
Cabe añadir que, en el caso de las separaciones, la precariedad de las relaciones de la pareja a la que hacíamos referencia lleva en ocasiones a 1 de los 2 cónyuges a buscar refugio en una 3ª persona, lo que se traduce en que 1 de cada 5 niños proviene de una relación extramatrimonial.

Los niños, además, se enfrentan a situaciones inestables, sin los referentes definidos de un padre y una madre que aporten la necesaria sensación de seguridad que garantiza un matrimonio estable.
Ante esta situación, el Instituto de Política Familiar propone que el Gobierno reoriente su política familiar y se destine una partida presupuestaria, "a cargo de las subvenciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), para aquellas asociaciones que desarrollen servicios de orientación familiar, con especialistas que actúen de forma preventiva para ayudar a los matrimonios a superar estas crisis y profundizar en políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral, así como una política de vivienda adecuada".

Y concluye Hertfelder:
"La administración estatal, autonómica y local no puede ser ajena a la crisis familiar y debe concienciarse de que, en el momento en que una familia necesita más ayuda -como es el caso de las crisis matrimoniales-, es cuando más ayuda debe tener por parte de las administraciones, y no al revés. Y es que, cuando una familia se rompe, toda la sociedad se rompe".
El IPF formula, pues, unos objetivos que también se contemplan en el Pacto por la Vida y la Dignidad , al que nos hemos referido en anteriores artículos.

Para corroborar hasta qué extremo pueden afectar las separaciones a los hijos, una investigación publicada en el JOURNAL OF FAMILY STUDIES ha demostrado que la mayoría de bebés y niños que se ven sometidos a los cambios propios de vivir con padres divorciados, alternando su vida diaria en los hogares de ambos, desarrollan problemas psicológicos a largo plazo.
Según esta investigación, alternar la convivencia entre padres separados ocasiona "problemas de relación" en el 60 % de los niños menores de 18 meses.
A largo plazo, estos niños crecen con "niveles alarmantes de inseguridad emocional y una baja capacidad para regular emociones fuertes" durante su juventud y la posterior etapa de adultos.

Feminización de la pobreza
El estudio presentado por Sebastián Sarasa, relativo a la pobreza derivada de las separaciones y divorcios, pone también de manifiesto una característica propia de este nuevo fenómeno emergente: la llamada feminización de la pobreza.

Cuando se produce una ruptura matrimonial, tanto el hombre como la mujer suelen padecer trastornos emocionales, psíquicos o económicos, pero es ella la que se suele llevar la peor parte. La feminización de la pobreza queda confirmada por indicadores que revelan que un 37 % de las mujeres que sólo tienen estudios primarios están en una clara situación de carestía económica y representan un 62 % de los perceptores de la renta mínima de inserción, establecida en 295 euros mensuales.

La feminización de la pobreza viene a establecer que hombres y mujeres experimentan una realidad de escasez económica de forma muy diferente.
A la mujer le resulta mucho más complicado salir de esa situación debido a la cantidad de estereotipos y discriminaciones a las que está sometida.
La desigualdad de oportunidades en el acceso al empleo, la exclusión de que es víctima por lo que muchas empresas consideran "las obligaciones domésticas" (entre las que se incluye el hacerse cargo de los hijos pequeños, que las lleva a acceder a puestos de trabajo peor considerados y retribuidos que los de los hombres) y la precariedad laboral, que incide más en las mujeres y las hace más presentes en la economía sumergida, son sólo algunos de los ejemplos que conducen a la feminización de la pobreza.

A todo ello, cabe añadir la responsabilidad que tienen sobre los hijos, sobretodo en el caso de los más pequeños, dado que normalmente son las mujeres las que cargan con esa tarea afectiva, formativa y de manutención.
Asumir el doble rol de trabajadora y madre de familia, sin la colaboración y presencia del padre, no es tarea fácil, especialmente si la situación económica es precaria.

En numerosas ocasiones nos hemos referido a las negativas consecuencias que acarrea para la sociedad, actualmente y de cara al futuro, una educación exenta de valores tradicionales y basada en buena medida en la transgresión y en una visión hedonista y materialista de la realidad que nos rodea.
El sustento de esos valores se perfila como algo imprescindible en el caso de las rupturas familiares, que afectan principalmente, como hemos dicho, a los niños.

La Santa Sede ha recordado recientemente, ante las Naciones Unidas, que la mejor manera de mejorar la dramática condición de la infancia es apoyar a la familia.
"Al promover el bienestar de los niños, la familia, en cuanto unidad fundamental de la sociedad y del ambiente natural para el crecimiento y desarrollo de los niños, debería recibir toda la protección y asistencia necesarias", ha manifestado el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la asamblea general de la ONU.
Ojalá se tenga en cuenta esta observación y que tomen buena nota de ello las diferentes administraciones.

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