domingo, 30 de mayo de 2010

Ya no estás más a mi lado, corazón...

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La Rueda: Ya no estás más a mi lado, corazón...

JOAN OLLÉ.30/5/2010
Después de muchas negociaciones fallidas, a cual peor, decidió romper con el amor de su vida. Dijo adiós a la casa que durante algunos años fue la suya y se instaló en un céntrico apartamento donde todo era nuevo y con más luz.
La mudanza fue la ocasión para deshacerse de algunos objetos que evocaban demasiados momentos perfectos.
Solo conservó de su vida anterior un pequeño dibujo enmarcado, un libro con dedicatoria y un tapón de botella de Chablis, como un talismán, con el que algún día muy especial brindaron por el futuro de los 2.

A ella siempre le habían gustado los músicos callejeros, porque alegraban la ciudad e, incluso, si no llevaba prisa –siempre andaba muy atareada– se paraba a escucharles y a recompensar sus notas con algunas monedas.
Pero ahora le incomodaban mucho porque a media tarde, al salir del trabajo, se instalaban delante de su domicilio un par de gitanos venidos del Este que, armados de guitarra y trompeta, hacían llegar hasta sus ventanales abiertos viejas melodías antes compartidas y, en especial, aquel bolero que sentencia: «Ya no estás más a mi lado, corazón...».

Y esta música de fondo no resultaba la más adecuada para compartir las nuevas caricias con el clavo ardiente recién llegado a su nueva vida, porque ella no acababa de saber si se abrazaba a la presencia del uno o a la añoranza del otro.

Hembra decidida, decidió negociar con los instrumentistas invitándoles a un café en una terraza de bar: la primera propuesta fue ofrecerles una suculenta propina a condición de que se fuesen con la música a otra parte, apenas un par de calles más arriba o más abajo, pero ellos argumentaron que aquella era una muy buena acera, llena de terrazas y gente de paso.

La segunda opción fue mejor recibida: que eliminasen de su repertorio los dolientes boleros y los sustituyesen por anodinos cantables que no afectasen ni su memoria ni su alma.
Celebraron el acuerdo con algunos billetes y unas copas de cava.

Ella, mujer de empresa, estaba más que orgullosa de sí misma: acababa de cerrar un gran negocio.

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