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Divorcios a partir de los 60 años
La separación de la pareja una vez cumplidos los 60 años es un fenómeno cada vez más extendido en la sociedad actual.
Un divorcio o una separación es uno de los tragos más difíciles a los que puede enfrentarse una persona.
Así lo indican diversos estudios científicos, los mismos que revelan que tras la muerte de un ser cercano la disolución de la pareja es el 2º suceso que produce mayor tensión en la vida, y que ocurre igual tanto a los 40 años como a los 60 ó 70.
El divorcio de los progenitores supone también un grave trastorno para los hijos adultos, que a menudo se sienten árbitros de la relación de su padre y madre o experimentan una sensación de pérdida. Sin embargo, a pesar de las dificultades que conlleva toda separación, pasado un tiempo de duelo, muchas personas se redescubren y viven en plenitud sus últimos años.
Por MARÍA ÁLVAREZ. 27 de septiembre de 2005
Fenómeno en crecimiento.
Hasta hace poco tiempo no era corriente que las personas mayores de 60 años decidieran poner fin a su matrimonio.
Cuestiones religiosas, sociales y económicas hacían muy difícil que, pasada la cincuentena, un matrimonio decidiera romper una relación que podía durar 25, 30 e incluso 40 años.
La independencia económica de la mujer, así como la relajación de las normas morales y sociales y la disminución de los obstáculos legales actuales han favorecido que los divorcios tardíos vayan en aumento.
De hecho, en el Reino Unido, uno de los países más divorcistas de Europa -con una media de 2 de cada 5 matrimonios fracasados- mientras que el número global de divorcios desciende, continúan aumentando las separaciones de las parejas que han estado juntas más de 25 años.
Los datos en nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística, indican que cada año se producen en España más de 50.000 separaciones y 35.000 divorcios
Cada año se producen en España más de 50.000 separaciones y 35.000 divorcios.
Y, aunque no hay estadísticas elaboradas, una investigación de la Fundación Ciudad de Viladecans confirma que los divorcios tardíos crecen, al menos, tanto como lo hacen en general todos los divorcios.
¿Pero cuáles son las causas?
Son muchos los expertos que creen que el divorcio, tras pasar el umbral de los 50, es achacable al abandono del hogar por parte de los hijos, el que se denomina como síndrome del nido vacío. La explicación podría residir en que muchas parejas se concentran en sus hijos y la familia y se olvidan de su propia relación.
Cuando los hijos se van y los cónyuges se quedan solos, muchas veces ni siquiera reconocen a la persona que tienen enfrente.
No es de esta opinión Roberto Delgado, psicólogo del Instituto de Psicología Asesores SA, de Zaragoza, quien matiza que el nido vacío empuja a tomar una determinación que viene fraguándose durante años.
"Se produce porque hay un problema latente -explica este psicólogo- ya sea por alguna infidelidad o por desavenencias importantes. Las separaciones de personas adultas cuyos hijos ya se han independizado se debe al hecho de no tener que mantener la estructura familiar, lo que les da vía libre para tomar la decisión de la ruptura si su relación no era buena. De este modo, no sienten ninguna obligación por pasar el resto de sus vidas juntos y estiman que la separación es lo más conveniente y que para muchas personas es una liberación".
Aprender a superarlo
Decidir que la mejor solución para el futuro es romper un vínculo afectivo de larga duración es un paso muy duro que, según indica Roberto Delgado, "suelen dar las mujeres, menos propensas que los hombres a aguantar una convivencia que les resulta insoportable".
La decisión es más sencilla cuando existe una amplia red de familiares o amigos que los apoya, si la situación económica es buena y cuando los hijos entienden la postura de sus padres.
Aun así, un divorcio es una situación traumática y para demostrarlo nada más palpable que los datos estadísticos de Estados Unidos, donde más del 50% de los pacientes sometidos a tratamiento psicológico necesita la ayuda del especialista por problemas matrimoniales y un 60% de los divorciados acude a psicoterapia antes, durante o después de la ruptura.
Tras una separación la autoestima se ve profundamente afectada, señala el psicólogo zaragozano, a lo que hay que añadir la angustia que provoca la soledad, ya que sólo a raíz de la separación son conscientes de la dependencia emocional de la pareja, una corriente emocional que persiste por muy desagradable que haya sido la relación.
En el caso de las personas mayores esta situación se agudiza, ya que el tiempo que han permanecido unidos es mucho mayor que en parejas jóvenes que se separan pronto y en las que el vínculo emocional es más fuerte.
Además, como recuerda Roberto Delgado, el círculo de amistades y familiares de una persona mayor suele ser más reducido que el de una persona joven, "bien sea porque muchos han fallecido o porque los han ido dejando a un lado conforme se cubrían distintas etapas de la vida".
A pesar de las dificultades, los expertos aseguran que tras un período de duelo que oscila entre los 6 meses y el año, las personas mayores son capaces de superar este trance.
¿Pero cómo hacerlo?
No existen fórmulas mágicas. Los psicólogos consultados subrayan que la receta es la misma que para quienes se divorcian a edades más tempranas:
1.- Recordar que la responsabilidad de un fracaso matrimonial nunca es de una sola persona.
2.- Reconocer que el paso que se ha dado era inevitable, aunque hubiera sido preferible que las circunstancias fueran distintas y que no llegara a producirse.
3.- Tener en cuenta que un fracaso sentimental no es un fracaso personal. Hay que ser optimistas y darse cuenta de que la vida sigue y que puede reservar muchas sorpresas.
4.- Tratar de mirar hacia el futuro, sin recrearse en recordar el pasado, ni para añorar lo bueno, ni para guardar rencor por lo malo.
5.- Convencerse de que los defectos de la pareja con la que se ha roto y los problemas que han llevado a la ruptura no son extensibles al resto de hombres y mujeres. Es la única manera de poder rehacer la vida sentimental.
6.- Intentar ser activos y tener proyectos, como viajes
Estas pautas ayudan a superar el trauma de la separación a ambos miembros de la pareja, pero no hay que olvidar que muchas de ellas tienen hijos a los que una ruptura tardía también incumbe de modo especial.
¿Hasta qué punto puede afectar a unos hijos que ya están en la edad adulta?
Para los hijos adultos de un matrimonio que supera los 60 años enfrentarse a la separación de los padres es, a veces, mucho más duro que para los niños pequeños, porque la ruptura modifica todos los lazos que se habían establecido a lo largo de los años.
Si la relación era mala, la separación se ve "como una liberación", según señala el responsable del Instituto de Psicología Asesores S.A. de Zaragoza.
"Para muchos hijos supone su transformación en árbitros porque sus padres y madres los involucran agresivamente en su particular batalla. Es relativamente frecuente que uno de los miembros de la pareja hable a los hijos e hijas de todas las transgresiones del otro cónyuge- señala el psicólogo-, algo que puede originar un grave daño en los hijos.
Como en el caso de los pequeños de corta edad, los hijos adultos tienen sentimientos confusos, de tristeza y de enfado con sus progenitores e incluso se culpan de la separación y piensan que no han actuado como deberían haberlo hecho.
Un hijo adulto de padres divorciados experimenta también una sensación de abandono por parte de sus padres y madres y puede llegar a creer que ya no le tienen en cuenta.
Ello se debe a la propia situación de los padres respecto a sus sentimientos y su vivencia, que redunda en una pobreza de comunicación con sus hijos y que durante un tiempo no suele ser demasiado directa.
Asimismo, si uno de los progenitores rehace su vida con otra pareja, los hijos suelen rechazarla y se despierta la rivalidad.
Los hijos deben actuar con prudencia y no entrometerse en la vida de su padre y su madre, aunque tampoco desentenderse de sus problemas.
Por ello, los expertos consideran importante que sigan una serie de pautas:
1.-Todos los hijos de la pareja deben adoptar una línea de actuación común en respuesta al divorcio entre sus padres.
2.-Deben también ayudar a sus padres y madres a simplificar los conflictos y acercar posiciones. Es posible que hablando entre ellos de una manera seria comiencen a lograr un nuevo afecto y respeto por sus hijos.
3.- Los hijos deben interponerse contra la violencia y el abuso.
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