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Elisa BeniA BISEL.71.11.09
Ponme puñetas...
... y llámame tribunal, o consell, aunque eso mola menos.
Pero sobre todo ponme una toga negra con tablillas por detrás y unas puñetas de encaje.
Y llámame tonto, si quieres, pero sobre todo llámame magistrado.
No le digas a nadie que no tengo nada que ver con el Poder Judicial, ni con los tribunales tal y como los entiende el ciudadano.
Llámame Tribunal, que quede serio.
Aunque sea un órgano administrativo como el de Cuentas o el de Defensa de la Competencia o una alta institución constitucional, como el propio TC.
Dame aspecto de juez aunque mi misión sea precisamente dar una visión política, aunque me nombre el Parlamento por mayoría de tres quintos.
Hazme deliberar y adoptar la parafernalia de la Justicia y luego échame encima un Estatut o lo que quieras.
Así parecerá que es ésta la que no hace su trabajo y no que un grupo de altos juristas, elegidos por los representantes políticos de la nación para marcar los márgenes políticos en los que cabe la Constitución, no son capaces de dar la cara y cumplir la función para la que fueron nombrados.
Algunos fueron jueces antes.
Deberían saber que las deliberaciones se pudren, que un buen presidente sabe cuándo el tiempo se ha acabado.
No vale aguantarlas abiertas hasta que las circunstancias, el tiempo, el cansancio o la muerte las resuelvan en el sentido deseado.
Mala gestión. Mal panorama.
Tampoco las amenazas sirven. Aceptado el máximo árbitro, ni se le presiona, ni se le echan pulsos.
Aunque su dejación haya causado un vacío y haya permitido legislar sobre una norma tan en cuestión.
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