jueves, 26 de noviembre de 2009

Matrimonio, Vacaciones y Divorcio

http://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2006/362/1156938585.html

ENTREVISTA LUIS ZARRALUQUI “Las vacaciones son catastróficas para el matrimonio”

Preside el bufete más prestigioso en Derecho de familia, la asociación española de los de su ramo y discute en las Cortes las reformas que le conciernen.
Detrás de unas opiniones tajantes, contra el matrimonio homosexual y su derecho a adoptar o la inseminación de mujeres solas, se esconde un señor dialogante e irónico, que se define liberal e independiente.

Por Elena Pita.El Magazine. El Mundo
Cualquiera que haya leído sus artículos pensará, como una misma pensaba, que don Luis Zarraluqui Sánchez-Eznarriaga es un abogado a la antigua.
Lean en su defecto las preguntas, objeciones todas ellas a sus floridas declaraciones tipo:
«No se puede hacer experimentos con gaseosa» (oponiéndose a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales), «la reforma del divorcio es timorata», «el matrimonio homosexual es pura e impensable entelequia», y así todo.

Es decir, que tiene al escribir un resabio de otro tiempo (peor), que tal vez le haya quedado de su paso por los periódicos que su padre presidió y fundó (España, de Tánger, y El Sol de España).
Su padre, que también fundara el primer bufete de abogados de familia (año 1926), que embargó la herencia al conde de Romanones, etcétera.
Pero al hablar con él, curiosamente, ese resabio se deshace en una fina ironía, como azúcar en el agua, y resulta don Luis un hombre simpático y muy al día.

No en vano, cuenta el letrado con ilustres humoristas entre sus amigos y tertulianos, una tertulia que inauguró su padre después de la guerra y que él conserva, un viernes al mes, ante un cocido verborreico; por aquí han pasado (o pasan) Lázaro Carreter y Díaz Plaja, Haro Tecglen y Guillermo Luca de Tena, Mingote y Chumi Chúmez, Fernando Fernán-Gómez y en este plan. Espíritu liberal, ideas dispares y mucho humor.
«El humor es lo más serio que hay», dice; y a mayores le encandila la gramática, lo literario, lo enciclopédico.

Separado, arrejuntado y vuelto a casar, padre de 4 hijos (2 de ellos abogados también de familia, por derecho de herencia), su pasión, a los 71 años (Madrid, 1934) sigue siendo vivir: viajes hermosos, buena mesa y mejor compañía.
Y tiene tiempo aún, entre plato y pleito, para presidir el bufete más prestigioso en divorcios, la Asociación Española de Abogados de Familia y la Sociedad de Arbitraje en Derecho de Familia, para escribir (una decena de libros publicados) y para informar y presionar a las Cortes cuando las leyes lo precisan.

P. ¿Aumentan las peticiones de divorcio después del veraneo y la convivencia estrecha de las parejas?
R. Sí, las vacaciones son catastróficas para el matrimonio, como lo son también las jubilaciones. Porque el matrimonio a veces se mantiene con unas reglas no escritas que permiten ciertos márgenes de independencia, y cuando esto se altera y se convierte en 24 horas de convivencia en un entorno distinto al habitual, supone el fin.
También hemos observado muchos casos de parejas que conviven perfectamente durante años y cuando se casan duran 10 minutos, ¿por qué?

P. ¿Porque es una institución de dudosa garantía?
R. Es una institución rara, evanescente, como acabo de escribir en mi último artículo, porque ya no tiene ni derechos ni obligaciones: ya no se sabe bien qué es.

P. Calificó la reforma del divorcio de «incompleta y timorata», ¿qué le falta?
R. Es una mala ley.
Hay que flexibilizarla porque cada familia es un mundo de circunstancias.
Hacer una regla como un traje para todos es injusto: hay que hacer trajes a la medida.
Lo que más echo en falta es una reforma del asunto de la vivienda familiar.
Según la ley, el que se queda con los hijos se queda con la casa hasta que el menor haya adquirido independencia económica, pero hoy en día la vivienda hipoteca nuestras economías: habría que obligar a la venta de esa casa y al reparto del dinero, porque estamos convirtiendo a los niños en una moneda de cambio.

P. ¿Por qué opina que es incorrecto llamarle «divorcio exprés»?
R. Porque da una idea equivocada. Será rápido o no según el acuerdo de los cónyuges.
Lo que menos se discute es el divorcio en sí, se discuten sus consecuencias, sin embargo, el divorcio debe exigir una reflexión.
En los países escandinavos se otorga sin alegar causas, pero cuando hay menores se obliga a un periodo de 6 meses de reflexión, como ocurría en la ley de nuestra República.
Se trata de evitar divorcios fruto de una discusión acalorada: una familia es una institución trascendente que no se debe iniciar ni finalizar con ligereza.

P. El Ministerio de Justicia no es partidario de compartir la custodia cuando no hay acuerdo entre los cónyuges, y ud en cambio sostiene que «al menor no se le protege si se le excluye de uno de los padres». ¿Un niño con cariño y sin padre no es más feliz que un niño con padre, madre y muchos traumas?
R. Desde luego, los niños están mejor con los padres separados que juntos y en guerra.
Lo más importante es que sientan el amor, pero del mismo modo es negativo que sientan la falta o el desamor de un padre o una madre.
Además, es erróneo llamarlo custodia compartida, porque nada se comparte.
Creo que la guardia y custodia alternativa debe producirse cuando hay acuerdo, pero me opongo a la no exigencia absoluta del acuerdo.
Imaginemos una madre que está más o menos conforme con alternar la custodia, pero la ley le dice que si accede perderá la vivienda, mientras que como mujer tiene el 90% de probabilidades de que se la den, custodia y vivienda, ¿qué estamos haciendo?

P. En mi opinión, actuando en justicia, porque es la madre, en el 99,9% de los casos, quien renuncia a su trabajo y a su vida privada para criar a los hijos.
R. El caso es otro, es el de la que acepta alternar la custodia, pero se echa atrás a la hora de repartir bienes materiales.

P. ¿Está diciendo que las mujeres en el divorcio comercian con los hijos?
R. Sí, y los hombres, y eso es lo que critico. La vivienda es el gran ardid para desvirtuar el acuerdo: no importan los hijos, sino los intereses materiales. Y eso de que ellas renuncian a su trabajo, depende.

P. ¿Cuántos señores se acogen a la media jornada y renuncian a sus ascensos laborales?
R. Hoy en día hay cantidad de niños que están con los abuelos o con la dominicana de turno, y se está cuestionando si esto no será perjudicial frente a la familia tradicional.
Pero la mayoría de las familias españolas todavía responden al modelo tradicional, donde la mujer no trabaja o lo hace de modo muy restringido, y los hombres se creen Tarzán porque van a la nevera a coger su propia cerveza.
Claro, es que sus padres se repantigaban, ponían la mano y se la rellenaban con la copa de vino.

P. Lo que está claro es que la mujer cría a los hijos y el hombre «ayuda», una concepción profundamente machista. ¿Ayuda a erradicar esta lacra que la ley prime la paternidad biológica sobre la responsable?
R. La paternidad biológica es relativa, lo que avala los derechos de paternidad es la convivencia y todas sus obligaciones.

P. ¿Un espermatozoide es igual a un reconocimiento de paternidad?
R. Sí, desde la entrada en vigor de la Constitución lo que prima por encima de todo es la prueba genética. Pero ojo, una cosa es la paternidad y otra, sus derechos.
La paternidad biológica en sí entraña obligaciones, pero no necesariamente derechos.

P. Si la ley ampara la familia monoparental y la inseminación, ¿no es hipócrita limitar los derechos de la madre sola?
R. La familia monoparental no necesita ser defendida, es una realidad:
una mujer que está sola puede quedarse embarazada en un momento de euforia, o puede cometer un error en la elección de la persona, o puede quedarse embarazada y el hombre se muere o se va a América.
La familia monoparental existe desde que el mundo es mundo.
Pero la inseminación artificial por parte de una mujer sola, deliberadamente, no me parece bien, es algo antinatural.
Tener un hijo no puede responder a un capricho, sino a unas realidades biológicas.

P. La posibilidad de concepción es el principio más determinante de la mujer. Si está sola y la ciencia se lo permite, ¿por qué no ha de atenderlo?
R. Es curioso este mundo: por un lado nos decimos tan ecológicos y por otro la naturaleza nos importa un rábano.
Pues yo creo que hay que ser más ecológico, y lo natural es que un niño nazca con padre y madre, que al menos ésa sea la intención, al margen de lo que después suceda.

P. Don Luis, ¿qué hay de horripilante en el término «violencia de género»?, ¿no se trata de una violencia del género masculino sobre el femenino?
R. Lo que es horripilante es el término, porque género es una traducción del inglés gender, gramaticalmente incorrecta.
En español, no se refiere a hombres y mujeres, porque existe género en las cosas. Lo que ocurre es que yo he sido íntimo amigo de Lázaro Carreter y me contagió esa manía por la corrección de la palabra.

P. Habla de cierta picaresca en torno a las denuncias por violencia de género que, dice, colapsan los juzgados. ¿Qué hace la ley, porque las mujeres siguen muriendo como chinches (hombres, ninguno)?
R. Hay que distinguir entre los casos de violencia extrema, el marido que prende fuego a la casa con toda la familia dentro y luego se intenta suicidar, por ejemplo; esto no se evita con la ley, porque son mentes perturbadas.
Y hay otra violencia, la de las casas, que existe en la sociedad desde tiempo inmemorial, y ésta yo creo que ha disminuido; de hecho, antes los Tribunales no la consideraban ni siquiera delito, era algo guiado por el animus corrigendi, para educar a la mujer.

P. ¿Por qué se opone a que los jueces examinen al menor para calibrar el alcance de esta violencia?
R. No me refiero sólo a los casos de violencia, sino a cualquiera dentro del Derecho de Familia: el niño tiene derecho a que se le escuche, pero no puede obligársele a comparecer, porque puede perjudicarle. Una vez más, para cada caso un traje.

P. La discusión en torno al matrimonio homosexual se está reduciendo al terreno lingüístico. Frente a la unión de un hombre y una mujer que contempla el Derecho Romano, la ley hoy lo interpreta como «comunidad basada en el afecto y la ayuda mutua, lealtad y fidelidad entre los contrayentes». ¿No le parece suficiente?
R. No, lo que me parece es que estamos llamando matrimonio a lo que no es.
La concepción vigente del matrimonio, desde que el mundo es mundo, es una unión de un hombre y una mujer cuyo fundamento es la posibilidad de procreación, crianza y educación de hijos.

P. ¿Cómo se puede negar a un ciudadano un derecho por el hecho de ser distinto, ni mejor ni peor que la generalidad?
R. Nadie les niega el derecho, los homosexuales se han casado toda la vida o acaso no conoce a ningún homosexual casado.

P. ¿Legalmente, antes de la ley?
R. Sí, sí: con personas de distinto sexo. Hay muchos.
Es que confundimos lo que son derechos. No se les priva del derecho, pero cuando uno quiere alquilar un piso pasa por un contrato de arrendamiento y, si quiere comprar, por uno de compraventa, y esto es lo que no puede confundirse.

P. ¿Por qué se opone tan radicalmente a la adopción por parte de parejas homosexuales? «No se puede hacer experimentos con los niños», ha dicho, ¿acaso los expertos han alertado de problemas tangibles o son fantasmas de una sociedad paternalista?
R. Hay una enorme división de opiniones. Desde tiempo inmemorial se ha dicho que la adopción tiene que imitar a la filiación natural, y uno de los grandes avances fue la calificación de idoneidad de los adoptantes en beneficio del menor.
La adopción por parejas homosexuales no responde al principio de imitación de la naturaleza.

P. Cuando el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se opuso a la Ley del Matrimonio Homosexual, el ministro de Justicia lo calificó de «ranciamente conservador». ¿Usted dónde se sitúa, a la derecha o a la izquierda del CGPJ?
R. Yo me encuentro diferente.
El Consejo tiene 2 sectores antagónicos, vive una situación complicadísima, empezando por su sistema de designación, que me parece equivocado, porque es una proyección del Parlamento y el poder Judicial debe ser otra cosa.
Mi experiencia con la jurisdicción de familia es que siempre me ha dado la razón la oposición y se me ha opuesto el Gobierno, de la tendencia que sea.
Actúo independientemente, a veces estoy con la minoría progresista, donde se encuentra el vocal de familia, y otras, con la mayoría conservadora.

P. Tengo entendido que usted tramita los divorcios de la jet, ¿qué tienen que ver con el derecho de a pie de calle?
R. He hecho a Boyer, por ejemplo, y a otra gente conocida, y son igual que todos: en la separación más corriente se discuten términos económicos. Aunque a veces la notoriedad extravía las realidades, porque tienen una dependencia del exterior en sus actitudes. Hay hasta quien se separa para vender la noticia.

P. Don Luis, ¿se ríe mucho tras esa mesa?
R. El humor es lo más serio que hay. Es el mejor vehículo para enseñar, divulgar y contagiar.
«Con la venia o sin ella: anécdotas, pesquisas y casos de abogados», de Luis Zarraluqui (Ed. La Esfera de los Libros).

Periodismo, abogacía y mucho humor.
Dice don Luis que la abogacía, la suya, tiene en común con el periodismo esa tendencia a lo enciclopédico y lo literario.
Que ambos ejercicios comparten la oralidad y la capacidad de escritura y convencimiento.
Y que ambos ejercicios le vienen de herencia paterna.

“Mi padre (Luis Zarraluqui Villalba) trabajó como periodista cuando era joven, le encantaba el mundo de la prensa. En el 56 compró la mayoría del “España”, de Tánger, un ilustre periódico que pretendía conservar las raíces hispanas en el ex protectorado español y que se vendía en toda Andalucía.

Cuando los marroquíes nos echaban a la mar, se fundó en Marbella “El Sol de España”.
De ahí que él sea colaborador habitual de prensa, además de escritor a tiempo parcial.
Tiene 10 libros publicados: 7 ensayos, 1 de divulgación y 2 anecdotarios ficcionados.
“Ahora estoy terminando un ladrillo importante, ‘El tratado sobre el derecho de la persona y la familia’, que lo comprende todo, llevo 3.500 páginas, y se editará en IV volúmenes”.

En este “espectáculo de la Humanidad” que es para él tanto la abogacía como el periodismo, el humor ocupa un lugar primordial.
Cuelga en su despacho un chiste original de su amiguísimo Chumi Chúmez:
“Cuando la ley de la gravedad coincide con la gravedad de la ley”, reza; y un ahorcado en su soga con la lengua fuera.
Puro Chumi.

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