domingo, 26 de julio de 2009

Divorciados sin vivienda

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Divorciados sin vivienda.
Divorciarse en plena crisis económica es arriesgado.
Algunos hombres terminan regresando a la casa de sus padres tras quedarse sin trabajo y tener que seguir pasando la pensión a sus hijos.

Nadia Sanders15/05/09
Mel Gibson está a punto de divorciarse y la prensa rosa ha difundido que su fortuna, calculada en 689 millones de euros, puede ser la más alta de Hollywood.
El protagonista de Braveheart tendrá muchas preocupaciones si consuma la ruptura, pero probablemente no se verá obligado a volver a casa de sus padres por falta de recursos.
Sin embargo, el escenario que afrontan miles de personas cada año en España no es solamente perder la familia, la pareja o los hijos, sino también perder la casa en tiempos de crisis.

En 2008 hubo 121.934 divorcios.
Y, de acuerdo con las cifras del Instituto de Política Familiar, se dan 145.000 separaciones cada año, lo que equivale a una ruptura cada 3,6 minutos.
La separación implica un cambio radical en todos los aspectos de tu vida.
De entrada, si se tienen hijos, se determina cuál de los padres ejerce la tutela, que en el 96 % de los casos queda en manos de la madre, señala Juan Luis Rubio, presidente de la Asociación de Padres Separados.

Ante la obligación de cumplir con los pagos de pensión alimenticia e hipoteca, hay hombres que se ven obligados a regresar a casa de sus padres a los 45 años, por la dificultad para alquilar un piso propio.
Ése fue el caso de Jesús, un delineante de 46 años que, después de su separación, tuvo que dejar su hogar y encontrar un nuevo sitio para vivir.
Buscó en todos lados, incluso consideró vivir en un camping, pero no estaba dentro de sus posibilidades económicas.

Sólo le quedó regresar a casa de sus padres.
“Es muy incómodo porque ya no te sientes soltero. Ya has salido de la casa de tus padres y no estás en tu sitio. Tu entorno cambia radicalmente. Tienes tu vida ya realizada y de la noche a la mañana lo pierdes todo”, relata Jesús.

Hace unos meses se pudo independizar después de 3 años de haber estado con ellos gracias a que obtuvo uno de los pisos que el municipio madrileño de Rivas ofrece como programa social a algunos sectores de la población.
Ahora Jesús tiene un espacio propio donde puede convivir con su hija.

La falta de dinero no importaba.
Él quería su independencia, así que estrenó su nuevo hogar con solamente un colchón y un par de sillas, pero feliz de haber salido de casa de sus padres.
Lo peor estaba por venir.
En junio de 2008 se fue al paro y con ello sus ingresos se redujeron.
Jesús sólo tiene 300 euros al mes para vivir, su vida social se ha reducido al mínimo y tan pronto recibe su cobro mensual, lo entrega para cumplir con los pagos de pensión e hipoteca.

“Ahora he rescindido la calefacción en el invierno. Estoy con abrigo puesto y no gasto en nada. Como muy barato: arroz, pasta y patatas. Cuando viene la niña, hago un puñado de pasta con tomate y algo un poco más elaborado. Tengo que hacer comidas de euro y medio. No salgo a ninguna parte”, relata Jesús con una sonrisa en los labios, contento a pesar de todo, porque ha vuelto a ser independiente y además ve a su hija de 11 años al menos tres veces por semana.

Jesús explica que por estar en paro tendría derecho a reducir la pensión de su hija, pero ello implicaría reavivar la tensión con su ex esposa y probablemente un nuevo juicio que prefiere evitar para conservar las visitas.
Su situación lo ha llevado a buscar el apoyo de la Asociación de Padres Separados, donde, como otros hombres, se enfrenta al mismo escenario de reconstruir su vida cuando el matrimonio se acaba.

Carlos reconstruye su hogar.
Es miércoles por la tarde y Carlos está planchando sus camisas.
Su piso está impecable y él mismo lo ha decorado con muebles a su gusto.
En el pasillo central tiene un retrato de él cuando era 20 años más joven y la foto de su hija a los 2 años de edad. Hace 9 que se separó.

Recuerda que lo más difícil fue embalar las cosas de una casa que dejaba de ser su hogar, salir de allí, pero el divorcio era inminente.
Ante la falta de recursos, tuvo que volver a casa de su madre, como cuando era soltero.
Tenía que pagar la mitad de la hipoteca de su antiguo hogar y la pensión alimenticia de su hija, lo que absorbía más del 50 % de sus ingresos.
Estuvo 9 años sin salir de vacaciones y con sus ahorros logró juntar dinero para una nueva hipoteca.

Carlos considera que regresar a casa de su madre fue algo que le ayudó:
“Necesitaba estar con alguien que me quisiera y que me diera cariño, y además también por el tema económico”, comenta Carlos con un cigarrillo en la mano.
Se considera afortunado por tener una vivienda social, a la que pocos hombres solos tienen acceso.

Considera que el Estado no ofrece alternativas a los muchos hombres separados que no sólo tienen que cumplir con el sustento de sus hijos hasta que estos son autosuficientes, sino que salen del hogar y ven reducidos sus ingresos hasta en un 50 %.
Una de las preocupaciones de las personas separadas es conseguir un lugar digno que no sea un hotel o una pensión donde puedan convivir con sus hijos, comenta Juan Luis Rubio, de la Asociación de Padres Separados.

Las políticas sociales deben ampliar sus programas de vivienda a las personas separadas, agrega, pues no hay albergues ni pisos compartidos para hombres, quienes resultan directamente afectados al no tener acceso a una vivienda en el momento de la separación.

Original iniciativa.
Una propuesta atractiva ha sido lanzada recientemente por parte de la iniciativa privada.
El Grupo Ternum ha presentado un producto denominado Separado sin casa en el que ofrece a las personas separadas o divorciadas un piso en cualquier región del país.
Pueden vivir en el piso amueblado de forma gratuita durante un año y con un 40 % de descuento en el precio final de la compra.

Daniel Millán, del Grupo Ternum, asegura que la propuesta está diseñada con una visión social, dirigida a un colectivo especialmente perjudicado por la crisis económica: los separados que se encuentran sin casa.
“Es un sector con un poder adquisitivo muy reducido cuando después de separado te sientes hundido y sin opciones –señala–. Esta iniciativa te da una casa amueblada y un año de facilidades. Lo único que hay que hacer es acreditar el ser una persona separada o firmar una fórmula jurada y llenar una solicitud para poder conocer las opciones de vivienda de acuerdo con sus posibilidades”.

A través de la dirección de Internet www.separadosincasa.com, se puede tener acceso a los requisitos.
La propuesta del grupo parece beneficiar a todas las partes implicadas en la venta inmobiliaria: 1.- los promotores adaptan las condiciones de venta a las posibilidades de la demanda y obtienen liquidez,
2.- las entidades financieras diversifican el riesgo ante un posible problema de falta de pago y, por supuesto, la fórmula beneficia también a las personas separadas.

Aunque el nombre de las promotoras no se ha dado a conocer, los representantes aseguran que cuentan con una cartera de al menos 1.000 viviendas.
La propuesta puede significar un alivio para este sector de la población y una posible solución a la comercialización de las más de 800.000 viviendas que hay en stock.

Las empresas de construcción y de promoción de vivienda no son las únicas que lo pasan mal actualmente.
Hay quienes, como Mel Gibson, podrían perder la mitad de su fortuna por una relación con una chica rusa que tiene menos años que su matrimonio.
Cada día 408 matrimonios viven su desenlace, la vida no termina ahí.
Y el show debe continuar.

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