http://sociedadabierta.es/2007/12/10/el-efecto-del-divorcio-de-los-padres-sobre-el-desarrollo-cognitivo-de-los-hijos/#more-71
El efecto del divorcio de los padres sobre el desarrollo cognitivo de los hijos
Autor/es: Anna Sanz de Galdeano y Daniela Vuri
Aproximadamente desde los años 70 hemos asistido a un incremento significativo en la incidencia del divorcio tanto en Europa como en EEUU.
A su vez, este fenómeno ha coincidido en el tiempo con una progresiva flexibilización de las leyes que lo regulan.
Dicho proceso ha tendido a favorecer el denominado divorcio unilateral (a través del cual deja de ser indispensable el consentimiento de ambos cónyuges para su obtención), de facto o explícito.
Más recientemente, algunos países europeos, como por ejemplo Francia y España en el año 2005, han seguido la vía de facilitar y abreviar los procesos de divorcio.
En España, la ley del “divorcio express” ha eliminado la necesidad de la separación previa para solicitar el divorcio, simultáneamente con la supresión de la necesidad de alegar motivos para la disolución del matrimonio.
En cambio, la tendencia ha empezado a invertirse en los últimos años en algunos estados de EEUU (por ejemplo, en Arizona y Louisiana) donde se han propuesto e incluso aprobado leyes que dificultan la obtención del divorcio.
En este contexto de cambios legislativos, la “ruptura de la familia tradicional” se ha convertido en el centro de numerosos debates mediáticos e inter-disciplinares.
Los defensores de dificultar y/o alargar los procesos de divorcio suelen justificar su postura aduciendo que el divorcio tiene consecuencias muy negativas para los hijos de las parejas divorciadas.
Sin embargo, como ha puntualizado Gruber (2004), este argumento se sustenta en, al menos, 3 supuestos implícitos.
El primero de ellos es que las leyes que facilitan de divorcio explican una parte significativa del incremento en las tasas de divorcio.
La evidencia empírica sobre este aspecto no es en absoluto concluyente.
Por una parte, de acuerdo con González y Viitanen (2006), incrementos significativos en la incidencia del divorcio en Europa han seguido a las reformas legales que lo facilitan mientras que, en EEUU, Friedberg (1998) igualmente encuentra que la adopción del divorcio unilateral ha sido la causa de un incremento significativo en la tasa de divorcio.
Por otra, Wolfers (2006) ha mostrado que el efecto anterior para EEUU tiene naturaleza transitoria, desapareciendo por completo tras una década.
En segundo lugar, se supone también que el único posible efecto de las leyes que flexibilizan el divorcio sobre los hijos y las familias en general tiene lugar porque dichas leyes indefectiblemente aumentan la incidencia del divorcio.
Sin embargo, de nuevo, la evidencia empírica disponible no parece confirmar este aspecto.
Así, Stevenson y Wolfers (2006) argumentan que en EEUU el divorcio unilateral, al facilitar la disolución de matrimonios violentos y hacer más creíble la amenaza de ruptura, ha incrementado para el cónyuge en situación más desventajosa la probabilidad de no quedar “atrapado” en un mal matrimonio, así como su poder de negociación dentro del mismo, incluso aunque el divorcio no llegue a producirse.
En términos prácticos, ello se ha traducido en reducciones en las tasas de suicidio femeninas, en la violencia doméstica y en el porcentaje de mujeres asesinadas por sus parejas.
Finalmente, otra hipótesis implícita en los análisis previos es que la situación de los hijos de padres divorciados hubiera sido mejor de haberse mantenido unidos estos matrimonios potencialmente infelices.
El objetivo de este artículo es analizar este último aspecto.
Hay una voluminosa literatura que documenta la existencia de una asociación entre el divorcio de los padres y una amplia variedad de efectos adversos sobre sus hijos (véase, por ejemplo, la síntesis de la literatura presentada por Haveman y Wolfe, 1995).
Sin embargo, hay dos razones por las que es muy difícil discernir si estos resultados reflejan una simple correlación o un genuino efecto causal.
En primer lugar, el divorcio es a menudo más común en familias con menor nivel educativo y/o menor poder adquisitivo, factores que, independientemente de la estructura familiar, pueden tener claramente un impacto sobre los hijos.
En segundo lugar, incluso si se incorporan indicadores precisos del nivel socioeconómico al análisis empírico, parece poco probable que estas variables observables puedan capturar totalmente las diferencias inobservables que probablemente existan entre los matrimonios que se divorcian y los que permanecen unidos.
En otras palabras, podría no ser el divorcio per se, sino el conflicto que precede al mismo (no observado por el investigador), el que provoca consecuencias adversas sobre los hijos.
En un reciente trabajo nuestro (véase Sanz-de-Galdeano y Vuri, 2007) tratamos de afrontar estos problemas analizando una muestra longitudinal representativa de adolescentes estadounidenses matriculados en 8º grado (es decir, con una edad media de 14 años) en 1988, pudiendo de esta manera identificar la evolución de su rendimiento académico y características personales a lo largo del tiempo.
Más concretamente, nos centramos en la evolución de su estructura familiar y de su desarrollo cognitivo, midiendo este último a intervalos bianuales a través de las puntuaciones obtenidas en exámenes estandarizados de Matemáticas, Ciencias, Historia y Lectura.
(......)
El mensaje que ofrece l(...) es claro y coherente con los resultados obtenidos en la literatura existente: efectivamente, los hijos de padres divorciados obtienen peores resultados que los hijos de matrimonios intactos.
Sin embargo, la Figura también refuerza el escepticismo ante la idea de que el divorcio en sí mismo sea la única causa de dicha situación: de hecho, buena parte de la diferencia entre los resultados de los adolescentes cuyos padres se divorciaron (en los periodos 1988-1990 o 1990-1992) y aquellos cuyos padres permanecieron unidos ya era visible antes de que el divorcio se produjese.
Adicionalmente, en dicho trabajo, enriquecemos el análisis teniendo también en cuenta diversas características potencialmente relevantes de los adolescentes y su entorno, como el nivel educativo y socioeconómico de sus padres y el tipo de escuela a la que acuden, entre otras.
Controlando por todas estas variables, nuestra conclusión fundamental es que no existe un efecto causal negativo del divorcio sobre el desarrollo cognitivo de los hijos adolescentes y que los hijos de padres divorciados ya obtenían peores resultados bastante tiempo antes de que el divorcio se produjera.
Por ello, creemos que el impacto del divorcio de los padres (al menos su impacto sobre el desarrollo cognitivo durante los años de la adolescencia) es significativamente menos adverso de lo que se deduce de estudios previos basados en la mera comparación de los hijos de padres divorciados y casados en un determinado momento del tiempo.
Referencias:
Friedberg, L. (1998) “Did Unilateral Divorce Raise Divorce Rates? Evidence from Panel Data”, The American Economic Review, 88(3), 608-627.
González, L. y T. K. Viitanen (2006) “The Effect of Divorce Laws on Divorce Rates in Europe”, IZA Discussion Paper No. 2023.
Gruber, J. (2004) “Is Making Divorce Easier Bad for Children? The Long Run Implications of Unilateral Divorce”, Journal of Labor Economics, 22(4), 799-833.
Haveman, R. y B. Wolfe (1995) “The Determinants of Children’s Attainments: A Review of Methods and Findings”, Journal of Economic Literature, 33(4), 1829-1878.
Sanz-de-Galdeano, A. y D. Vuri (2007) “Parental Divorce and Students’ Performance: Evidence from Longitudinal Data”, Oxford Bulletin of Economics and Statistics, 69(3), 321-338.
Stevenson, B. y J. Wolfers (2006) “Bargaining in the Shadow of the Law: Divorce Laws and Family Distress”, The Quarterly Journal of Economics, 121(1), 267-288.
Wolfers, J. (2006) “Did Unilateral Divorce Laws Raise Divorce Rates? A Reconciliation and New Results”, The American Economic Review, 96(5), 1802-1820.
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