viernes, 27 de marzo de 2009

En España hay más Lesbianas que Gais.

http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=598875&idseccio_PK=1006&h=090327
LA ENTREVISTA CON BEATRIZ GIMENO, ESCRITORA Y ACTIVISTA LESBIANA
Beatriz Gimeno: "Hay más lesbianas que gais"
Lideró la federación estatal de gais y lesbianas y ahora firma el libro:" La construcción de la lesbiana perversa " (Gedisa), sobre el caso Wanninkhof.

NÚRIA NAVARRO. 27/03/2009.
¿Qué explica el caso Dolores Vázquez-Wanninkhof?
Que el estereotipo que la prensa contribuyó a difundir sobre Dolores Vázquez es el mismo que se utilizó para construir a las lesbianas en el siglo XIX. No se ha superado.

¿Cómo es ese estereotipo?
Es el de la lesbiana masculinizada, perversa, feísima, que se percibe como peligrosa porque no depende ni económica ni afectiva ni eróticamente del hombre. El otro gran estereotipo, que viene del siglo XVII, es el de la lesbiana que puebla el imaginario erótico heterosexual, el de las revistas porno.

Algo se habrá ganado en estos tres siglos, ¿no?
Hemos ganado en igualdad legal y en tolerancia, pero no basta.

Si se las viera más... ¿Están escondidas? ¿Son pocas?
Hay más lesbianas que gais.

¡Qué me dice!
Está documentado. Y una de las razones que hoy llevan a las mujeres a plantearse la posibilidad de relacionarse afectiva y eróticamente con otras mujeres es la barrera de incomprensión que hay entre hombres y mujeres. Hay muchas mujeres que pasan del feminismo al lesbianismo de manera natural.

Entonces algo falla. No se las ve.
Efectivamente. Yo creí que el hecho de que una lesbiana como yo presidiera la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales, bajo cuyo mandato se aprobaron la ley de matrimonios y la ley de identidad de género, animaría a políticas, escritoras, presentadoras, cantantes y actrices --¡que las hay!-- a salir del armario. No ha sido así.

¿Su teoría?
Somos mujeres. Y las mujeres somos más vulnerables en lo laboral y en lo social. Nos da la impresión de que tenemos más que perder. Yo sigo haciendo una llamada a la responsabilidad a todas aquellas mujeres que no perderían mucho por dar ese paso. El armario, a la larga, pasa factura. La única manera de normalizar es visibilidad, visibilidad, visibilidad.

En la teleserie Hospital Central aparecen dos. ¿Sirve?
Está bien, pero no es suficiente. ¿Cuántas políticas hay? Y lo peor es que todo el mundo sabe que son lesbianas...

Al mercado igual le interesa explotar ese filón y todo se vuelve fácil...
No sé qué decirle. Los gais tienen más dinero, una mayor inclinación a montar empresas, un ocio muy distinto del nuestro. Nosotras tenemos menos, gastamos menos.

¿Ha llegado el momento de hablar más de lesbianas y menos de gais?
Ya me gustaría, ya, pero me temo que aún no es posible.

¿Los gais no ayudan?
En el movimiento gay he visto mucho machismo. De hecho, existe la misma disparidad entre gais y lesbianas que entre hombres y mujeres heterosexuales. O peor, porque los hombres heterosexuales aún quieren a las mujeres, pero muchos gais no las necesitan para nada.
Creo que el lesbianismo tiene más que ver con ser mujer que con ser homosexual.
Nuestra suerte está ligada a la de todas las mujeres.

¿Por eso dejó la dirección de la federación?
La dejé porque había cumplido un ciclo político. De algún modo, he vuelto al feminismo, en el que empecé hace 25 años. Entonces no era un sitio muy cómodo para las lesbianas.
Las feministas no querían que se las confundiera...
El movimiento gay tampoco ha resultado un sitio muy confortable.
Sé que lo que vaya bien a las mujeres nos irá bien a nosotras.

Puesta, señale un fallo de las mujeres heterosexuales.
A veces, la posición de subordinada tiene un lado de comodidad al que es difícil renunciar. La igualdad cuesta. Hay que currársela. Para ganar algo, hay que renunciar a algo.

Las lesbianas jóvenes ya no renuncian a nada.
Vienen más fuertes, ja, ja. No tienen vergüenzas ni miedos, pero no quieren identificarse como lesbianas. No quieren etiquetas.

¿Tanto importan las etiquetas?
Importa nombrar las cosas por su nombre. Si no se nombran, no existen.
Y, hasta que no existan, las etiquetas son necesarias.

Oiga, ¿no le cansa ejercer públicamente de lesbiana?
Pesa, pesa. Soy una persona tímida y eso de ser famosa por ser lesbiana me cuesta. Hay días en que me volvería a meter dentro del armario.

¿Qué debe ocurrir para que el armario solo sea un mueble útil?
Todo acabará cuando a los padres y madres les dé igual que su hijo sea gay o lesbiana. Mientras les dé pena, rabia o dolor, es que algo pasa. Habrá que seguir luchando hasta que ser gay o lesbiana sea indiferente.

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