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LA INCERTIDUMBRE ECONÓMICALA REPERCUSIÓN EN LAS PAREJAS.
22.09.08
La crisis enfría la fiebre de divorcios y obliga a reabrir acuerdos pactados.
• Las rupturas consumadas ante el juez caen el 18% el 1º trimestre del año comparado con el 2007
• Los abogados encaran ahora negociaciones más duras y señalan la hipoteca como mayor escollo
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EDITORIAL: En tiempos de crisis divorciarse es caro
JESÚS G. ALBALATBARCELONA
Un viejo proverbio que El Último de la Fila hizo suyo en el título de su primer elepé asegura que "cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana".
Lo que no dice el refrán es que las parejas sin amor se ven a menudo obligadas a seguir juntas porque la separación cuesta dinero. Y no poco.
Es por esa razón que la crisis económica está afectando a los procesos de divorcio en España de varias maneras:
1.- por un lado, disminuye el número de matrimonios que deciden hacer frente a los costes de la disolución;
2.-por otro, es más complicado llegar a un acuerdo económico entre los cónyuges que quieren divorciarse, con lo que aumentan las separaciones conflictivas, y por último, se está constatando en los juzgados un aumento de las peticiones para modificar las medidas adoptadas en su día.
Septiembre es el mes en el que tradicionalmente se registra un mayor número de divorcios.
La convivencia veraniega en familia puede hacer florecer problemas que hasta entonces estaban dormidos o agravar situaciones de conflicto.
Si a eso se le une que la entrada en vigor a mediados del 2005 del llamado divorcio exprés disparó la cifra de parejas españolas que optaron por formalizar el fin de su relación, cabría pensar que este está siendo un mes de ajetreo en el sector del derecho matrimonial.
Pues sí pero no.
UN 30% MENOS.
Los abogados especializados aseguran que están teniendo el mismo trabajo que en años anteriores, pero no porque se mantenga la fiebre de los divorcios --algún letrado apunta a un descenso de hasta un 30% de los clientes que se acercan al despacho para iniciar los trámites de separación o para asesorarse--, sino porque la crisis económica e inmobiliaria ha incrementado mucho las peticiones de modificaciones de los acuerdos o sentencias anteriores.
En el 2007, los matrimonios finiquitados oficialmente en España fueron 130.897, un 7,4% menos que el año anterior, un cambio de tendencia que se hizo cada vez más acusado a medida que avanzaban los meses.
Y en el 1º trimestre de este año, el número de divorcios cayó un 18,1% respecto del mismo periodo del ejercicio anterior.
Son cada vez más las parejas jóvenes o matrimonios con rentas bajas que no pueden divorciarse porque les es inviable económicamente.
"Es un fenómeno que vengo observando desde principios de enero --confirma Esther Pérez, del Col.lectiu Ronda--.
Es dificil que puedan separarse parejas con hijos con unos ingresos de 2.500 euros al mes y que pagan una hipoteca de 1.000 euros.
Viven al día y no pueden divorciarse porque el que se va de casa no solo tiene que seguir pagando parte de la hipoteca, o malvender el piso, sino que también debe pasar una pensión alimenticia para los hijos y alquilar una vivienda para sí".
Cada vez son más los divorciados que se ven obligados a volver a vivir con sus padres, si es que tienen, o a convivir con su expareja bajo el mismo techo.
Quienes disfrutan de una posición económica más cómoda no tiene tanto problema a la hora de iniciar los trámites para divorciarse, pero, en cambio, les resulta más complicado llegar a un acuerdo sobre el reparto de las propiedades comunes o sobre las pensiones.
Más de uno utiliza a los hijos.
"Hay cada vez más hombres que piden la guardia y custodia compartida de los menores para no tener que pagar la pensión alimenticia", asegura un letrado.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que el factor vivienda resulta fundamental.
En un momento en el que el sector inmobiliario se ve obligado a bajar los precios, "ninguna pareja quiere perder dinero vendiendo ahora la casa que tienen", tal como subraya la abogada Eva Oña.
Por otro lado, la adquisición de una nueva vivienda pasa en la gran mayoría de los casos por pedir una hipoteca, pero el euríbor está al alza y, con la que está cayendo, los bancos cada vez son más exigentes a la hora de conceder préstamos.
La abogada Pilar Mañé resume la situación:
"El que abandona el domicilio familiar debe hacer frente a unos gastos que a menudo no puede asumir, pero si la pareja toma la decisión de vender la casa, la operación lleva cada vez más tiempo y los trámites se alargan".
La residencia común es también objeto de disputa en los casos en los que uno de los cónyuges tiene dificultades para cumplir sus compromisos al haber cambiado su situación económica como consecuencia de la crisis.
Hay divorciados que después de haber abandonado el domicilio familiar pretenden recuperar parte de su patrimonio vendiendo el piso común.
En esa situación podría llegarse incluso a la subasta, pero el momento, con los inversores cada vez más alejados del sector inmobiliario, es poco favorable.
El abogado Ramón Tamborero advierte de que, a pesar de la crisis, la ley no obliga a los matrimonios que se divorcian a disolver los bienes en común.
"No tienen por qué repartir nada y lo pueden dejar para otro momento" económicamente más propicio.
Es una tendencia que se observa especialmente entre las parejas que tienen una segunda residencia. "Si no existe la necesidad de hacerlo, se prefiere no vender ahora y esperar a que suban los precios".
Como se ve, amor e interés siguen caminos distintos.
"Hay parejas que vienen al despacho con la intención de divorciarse --explica Esther Pérez-- y, después de hacer números, ya no vuelven. O deciden hacer un acuerdo privado".
La crisis económica no une a las parejas rotas. Simplemente, les hace la vida más difícil.
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