sábado, 5 de mayo de 2007

Criticas a la Ley IVG II

Encontrado en: http://www.granadadigital.com/gd/amplia.php?parte=Opinion&id=996

Unos mas iguales que otros
03/05/2007
Leandro García Casanova.

Se puede decir que el 2006 fue un año terrible en cuanto a violencia doméstica:
68 mujeres –ocho más que en el 2005– y
6 hombres asesinados por sus respectivas parejas, a pesar de que, desde el Gobierno, se aseguraba que la Ley contra la Violencia de Género (2004) reduciría los asesinatos.

En el primer año de funcionamiento de los juzgados especializados en violencia de género (2005), se celebraron 40.792 juicios por delitos contra las mujeres y el resultado fue 223 condenados, con más de cinco años de cárcel.
Pero el 59% de los casos fueron archivados o sobreseídos, de manera que miles de hombres fueron detenidos y juzgados.

Según el Consejo General del Poder Judicial, durante el primer año de vigencia de la citada Ley, se detuvo en España a 150.000 varones por maltrato. Esto es claramente un abuso de la ley, y María Sanahuja, la decana de jueces de Barcelona, pone el dedo en la llaga: “Miles de hombres son detenidos por casos de maltrato que acaban en nada”.

José Díaz Herrera, autor de ‘El varón castrado’, asegura que 190.000 hombres han sido fichados en el Registro de Maltratadores, y más de 25.000 fueron condenados con órdenes de alejamiento en el 2005.

Estamos asistiendo a una especie de Inquisición, de ‘caza al hombre’, donde se viola la presunción de inocencia y se condena sin ser oído, y valga este ejemplo: un Juzgado de Violencia Doméstica impuso al autor de una falta de vejaciones, una pena de localización permanente, en domicilio diferente y alejado de la víctima, así como una orden de alejamiento durante 6 meses. El delito del acusado fue decirle a su ex mujer: “No quiero verte, sólo quiero ver al niño, busca la fórmula para conseguirlo”.

La Audiencia Provincial de Granada ha revocado tan arbitraria condena del juzgado, con esta frase: “No deja de ser irónico que se castigue la expresión por una de las partes de su deseo de no ver a la contraria... La expresión no es ofensiva ni vejatoria, sino acaso, poco grata” (La Opinión 5-03-07).

El caso pone los pelos de punta. En la tramitación de los divorcios, está demostrado que muchas mujeres denuncian ‘malos tratos’ del marido, con el objeto de sacar ventajas.

Y en estos procesos, también se da con frecuencia el ‘Síndrome de Alienación Parental’: la utilización de los menores, que son los que siempre pierden (aunque, aquí pierden todos). El progenitor que tiene a su cargo el niño, lo manipula y trata de enfrentarlo con su otro padre o madre, avivando sentimientos de odio o desprecio.

Conozco el caso de un amigo que, al morir la madre, su hermano incapacitado pasó a depender de la tutela de la hermana mayor. Al cabo del tiempo, un abogado vio el expediente y allí, la hermana mayor, para conseguir la tutela, lo acusaba de haberle pegado al incapacitado. El caso es que lleva once años sin ver a su hermano.

Juan Chirveches, en su artículo de Ideal (26-01-07) ‘Custodia compartida’, se queja de que “el 95% de las custodias, en España, se conceden en exclusividad a la madre que pasa a ser, literalmente, la dueña de sus hijos”, y nos recuerda que “todos los sábados, a las doce horas, un grupo de padres separados y divorciados se concentra en la Plaza de Cataluña, de Barcelona, para reclamar la custodia compartida de sus hijos: son los Padres de la Plaza”.

El 10% de la población reclusa española son mujeres pero, muchas veces, los jueces se encuentran con el dilema de meter a una madre en la cárcel, mientras que para los hombres no existe ningún miramiento.

Y sin embargo, en medio de tanta desigualdad y discriminación ante la ley, los hombres asistimos atónitos a esa lucha que las feministas sostienen contra lo que denominan ‘lenguaje machista’ del macho ibérico: quieren que las llamen maridas, jóvenas, cónsulas..., y que digamos la clientela en vez de los clientes, clase política por políticos.

Yo creo que lo tienen muy fácil: cuando hablen (y escriban) deben decir todos y todas, nosotr@s (con arroba), machismo y hembrismo, gobernante y gobernanta, feministo y feminista, fraile y fraila… Más cuenta les traería reivindicar la igualdad salarial, y más de uno las apoyaríamos.

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, contaba que un grupo de mujeres le dijo que tenía que cambiar el Diccionario y ser, además, un feminista. Creen que se puede cambiar, a su conveniencia, el uso del masculino genérico en el Diccionario de la Lengua Española, como han conseguido con la Ley contra la Violencia de Género.

Pero, cuando las ‘igualitarias’ ven las injusticias que se cometen con los hombres –por el mero hecho de serlo, incluso hay organizaciones feministas que ocultan las muertes de los hombres a manos de sus parejas–, callan y miran para otro lado.

Estas féminas virilas tampoco quieren saber nada del 50% en la custodia compartida de los hijos –como ahora ocurre en las listas electorales y en los consejos de las empresas–, ni de que ‘todos y todas’ somos iguales ante la ley.

El 11 de abril una mujer mató a su compañera sentimental en Tenerife, pero, como es mujer, no se le aplica la Ley de Género.
El caso es que todos somos injustos cuando nos ponemos a hablar del sexo opuesto –a cada cual le asisten sus razones–, y por eso debemos de ceder y ser más comprensivos.

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