viernes, 2 de mayo de 2014

Divorcio: Hasta que una grave enfermedad nos separe

Un estudio demuestra que una dolencia puede acabar con el 31% de los matrimonios.
Los matrimonios bajo el paraguas de cualquiera de las creencias cristianas siempre se constituyen después de prometer que estarán juntos en la riqueza, en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Pero esta última pata de las uniones maritales es la más floja de las 4. Un estudio indica que el riesgo de divorcio aumenta en las parejas con más edad cuando uno de los 2 enferma. Sobre todo, cuando es ella la que tiene que sufrir un cáncer o una dolencia grave. “Las mujeres casadas diagnosticadas por una enfermedad grave pueden enfrentarse a este anuncio mientras experimentan a la vez el estrés del divorcio”, indica Amelia Karraker, del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan (EE UU).
La investigadora, junto a su colega Kenzie Latham de la Universidad de Purdue, ha presentado en la reunión anual de la Asociación Americana de la Población este estudio donde han analizado 2.717 matrimonios de las 2 últimas décadas a partir del Estudio de Salud y Jubilación realizado en 1992. Los investigadores examinaron cómo la aparición de 4 enfermedades físicas graves –cáncer, problemas cardiacos, problemas pulmonares y accidentes cardiovasculares- afectaban a los matrimonios a lo largo de estos 20 años. Y determinaron que el 31% de las parejas acababan divorciadas y que las enfermedades graves afectan más a los maridos que a las mujeres.
Los autores no evalúan el porqué de esta actitud de los varones, aunque ofrecen algunas razones. “Puede ser por las normas de género y la expectativas sociales”, apunta Karraker. “Ellos pueden pensar que es más difícil prestar atención a sus cónyuges y que no están capacitados para realizarla”, comenta. Y este último matiz es importante, ya que son “ellas las que dan el 1º paso para el divorcio”. Los investigadores interpretan que las mujeres optan por este camino al no sentirse arropadas por sus esposos en la lucha contra la enfermedad y prefieren “acudir a amigos y otros familiares” para que sean atendidas. En cambio, ellas permanecen al pie del cañón cuando su pareja está enferma. Por este motivo, los sociólogos consideran que es importante ofrecer más apoyo a las parejas para evitar “la tensión marital y evitar el divorcio a edades más avanzadas”.

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