lunes, 23 de julio de 2012

Esos niños que nos vais matando...


Por/Domingo 22 de Julio de 2012

(....) En España está pendiente un gran debate nacional sobre la violencia contra la mujer, que no se ha dado en las televisiones. Ahora que algunas serán privadas y posiblemente con voluntad de ser negocio, tal vez se plantee el debate, con gente que sepa, no como la que han colocado los políticos al frente de los observatorios llamados de Violencia de Género, que no han hecho otra cosa que constatar como año a año subía la violencia de género y Medea tenía los dos sexos como un hermafrodita o un ángel de los que Camilo, el del Premio, quería con coño.

Los hombres valientes no les pegan a las mujeres, los hombres inteligentes no plantean las batallas con armas ruines, los hombres afectuosos no quieren daño para sus hijos, y puestos a arreglar las cosas, son capaces de perdonar falsas ofensas, hacer oídos sordos a tontos consejos, de cuando las mujeres parecían propiedad de los hombres, y construir un mundo nuevo en el que dos que se pusieron de acuerdo para engendrar un hijo son capaces de mantener ese acuerdo para proteger su vida.
La violencia machista es estúpida, destructiva, no remunera ninguna vieja cuenta, ni facilita venganza alguna: la sensación es de fracaso absoluto. 
El tonto que emprende este camino acaba suicidándose, hecho entendido como fracaso total, o en la cárcel, como error máximo de una vida llena de actos irresponsables.

Para no caer en el síndrome de Medea, bastará con que el varón tenga el cerebro alerta, no se deslice en el matonismo ni se convierta en un matachín. 
Si consume alguna sustancia euforizante, cesará de inmediato en su negativa actitud. Igual que no se conduce borracho, no se resuelven los problemas de la vida bebiendo o esnifando. La única manera de arreglar la vida de un hijo es tomando decisiones acerca de lo que al hijo le interesa y, desde ese punto de vista, con generosidad y sacrificio. 
Es decir: lo que han hecho nuestros padres por nosotros toda la vida, antes de la tontería esta de llamarle a la delincuencia violencia de género.

Y a vosotros, machotes, ¿qué queréis que os diga? 
La muerte de un hijo a manos de su padre en esa lista de casi 40, es el fracaso de la convivencia, de la civilización. 
Desde luego el deceso de las leyes, que son incapaces de frenar o cortar la hemorragia, pero aún más importante la incapacidad de toda una nación, de enfrentar un problema en el que básicamente se trata de cerrarle el paso a los maltratadores, individuos hijos de Medea que, incapaces de reflexionar, de actuar con afecto o cariño, amor o sacrificio, se valen de su fuerza para extrañas compensaciones que les dejan insatisfechos y les mandan al infierno del olvido.
(......)

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