jueves, 29 de mayo de 2008

Malos tiempos para el Radicalismo de Género

MALOS TIEMPOS PARA EL RADICALISMO DE GÉNERO .

Por CRISTINA TENAS ROSELL.
PORTAVOZ DE PRENSA DE ACAPASE (Asociación Catalana de Padres Separados),
ASACCO (Asoc. Cat. de abuel@s por la custodia compartida) y
AHIPASE (Asoc. hijos padres separados).

Países como Colombia y Brasil nos acaban de dar una lección de moral y ética.
Ya no son sólo nuestros vecinos europeos los que nos muestran y demuestran lo desencaminados que vamos, sino que sociedades que nosotros, los progresistas y europeístas españolitos nos atrevemos a tildar alegremente y sin rubor de tercermundistas, nos están enseñando el camino de la razón, la misma que hallamos simplemente repasando la declaración universal de los derechos humanos, a la vez que, los otrora civilizados por nosotros, e invirtiendo el sentido de la conquista, nos están demostrando lo sencillo que es, aplicando el sentido común y la voluntad, aparcar la obsesión por mezclar conceptos e intereses económicos y centrarse en seguir el camino de la lógica y del auténtico interés: la igualdad verdadera.



El radicalismo de género, llamado machismo o feminismo, están llamados a desaparecer bajo sus propios escombros de exclusión, odio y rencor.
Ninguno de los dos colectivos respeta el derecho fundamental a la no discriminación, a la igualdad, y muchísimo menos el derecho de los niños a tener padre y madre.

Quien mezcle violencia de género, denuncias o dinero, con algo tan normal y coherente como es el hecho de querer ser por igual padre o madre, es que o no quiere admitir la realidad, o que de éste modo rentabiliza su "condición" de custodia/o monoparental.

La violencia de género siempre ha existido.
Algunos hombres carecen de corazón y de alma, al igual que carecen de ello algunas mujeres. Ambos colectivos, machistas y feministas, tienen como finalidad someter al otro. Y ambos colectivos son igual de deleznables y peligrosos.


Ambos colectivos agreden, matan, destrozan, y anulan a quien tienen al lado.
Que uno sea más perseguido que el otro, no significa que el "invisible" a los ojos del gobierno no exista.
Tampoco en éste caso aprendemos en nuestro país de los errores cometidos en el pasado por otros países.

Cualquier persona sensata detesta la idea del Apartheid de Sudáfrica, pero sin embargo se legisla en base a un Apartheid de género, que discrimina y castiga al hombre por el mero hecho de serlo, con el consentimiento, la complicidad, el liderazgo y el beneplácito del Ejecutivo.

Incluso la nación Norteamericana, reconocida universalmente como una de las sociedades más avanzadas, y asimismo considerada en muchos casos un pernicioso referente cultural, a la hora de abordar éste reto social, ha sabido, no ahora, sino desde hace décadas, manejarse exitosamente en lo recóndito de los entresijos del complejo asunto del divorcio, las custodias y el reparto de bienes, acumulando experiencia suficiente como para poder extraer datos y conclusiones de lo que funciona, de lo que es justo, conveniente y en definitiva, favorable para todas las partes, del mismo modo que han decidido desterrar lo perjudicial, contraproducente, diferencial y peligroso.


De los numerosos estudios efectuados en los EEUU se desprende que los hijos que después del divorcio han vivido bajo una custodia monoparental (casi siempre de la madre) tienen mayor tendencia a desarrollar actitudes agresivas, delincuenciales y conflictivas en cuanto al trato con sus iguales.


Recordemos que los datos recogidos en nuestro país, evidencian que entre el 95 y el 98% de las custodias tras el divorcio son monoparentales a favor de la mujer.
Podemos por tanto, sin necesidad de ser expertos en materia social, extraer fácilmente conclusiones de cual es el funesto futuro de la generación de los hoy niños afectados.

Adultos del mañana con personalidades cimentadas en la carencia del referente paterno.
El motivo de la exclusión de la figura paterna escapa a todo entendimiento objetivo.
¿Cómo puede ser que de la noche al día, quien formó parte de la cotidianidad de un niño sea excluido sin más?
¿Cómo argumentamos como "innecesaria" o "perjudicial" la influencia de un padre sobre un niño después del divorcio cuando antes del mismo no lo era?
¿Cuál es el objeto, finalidad y único deseo de quienes niegan a sus hijos tener una relación diaria y normal con su padre?

Sin duda alguna la sociedad en que vivimos tiene mucho camino por recorrer y muchos errores por enmendar, habrá vías más o menos discutibles, pero lo que es incuestionable es que desde la discriminación y el odio legislado es completamente imposible evolucionar hacia un país de referencia.

La mal llamada sociedad del bienestar dista mucho, en España, de ofrecer lo que su propio nombre indica.

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