martes, 19 de junio de 2007

Divorcio e Inmobiliarias: Boommm¡ ¡¡¡¡¡¡

http://www.cienladrillos.com/2007/05/09-el-casado-casa-quiere-y-los-divorciados-dos-casas
El casado casa quiere, y los divorciados, dos casas
publicado por Gpunto
09 mayo 2007

Del divorcio con relación al tema inmobiliario hemos hablado diversas ocasiones en Cineladrillos, unas veces de forma específica, como por ejemplo aquí, y aquí y otras veces de forma más tangencial, pues quienes estamos en el negocio inmobiliario sabemos que una parte importante de nuestros clientes, nos llega por la vía del fracaso matrimonial.

Según La Vanguardia, en Barcelona los divorciados supone la nada despreciable cifra del 20% de la demanda de viviendas de venta y alquiler y en mi opinión, según mi propia experiencia, algo similar ocurre en Madrid y probablemente en casi toda España.

Pero los clientes que acceden al mercado inmobiliario no son más que una pequeña parte de todo el colectivo, la gran mayoría vuelve a “casa de mamá” y no por gusto, sino porque con los ingresos de solo un componente de la pareja, mermados con los pagos por el mantenimiento de los hijos, hay poca capacidad de maniobra par el cónyuge, (normalmente el hombre, pero en bastantes casos, mujeres)que abandona el domicilio común.

Un tercer grupo de divorciados lo forman quienes no pueden, o no quieren, refugiarse en el domicilio paterno y buscan viviendas al alcance de su menguado bolsillo. El mercado, se ha dado cuenta de este “filón” y procura poner viviendas a la medida de sus posibilidades.

Recientemente mi compañero Velsid hablaba sobre la proliferación de miniviviendas en Barcelona, en gran parte pensada para estos colectivos.
También las autoridades han percibido el problema y tímidamente comienzan a reservar lotes de viviendas VPO para estos colectivos, aunque, como es razonable, dan prioridad al cónyuge que se queda con los hijos, por lo que pocas quedan para los “singles”..

No obstante, ni la iniciativa privada ni la pública, son capaces de suministrar las suficientes viviendas para su capacidad económica, por tanto, son los propios divorciados quienes buscan alternativas al alcance de sus menguadas economías.
La vivienda compartida es una de solución muy popular en este caso, aunque también hay soluciones más imaginativas, como irse a vivir a un camping.

Un periódico Noticias de Gipuzkoa informa que hay un camping en Oiartzun con 50 plazas para mobilhome que se ha hecho famosos en la región por albergar durante largas estancias a divorciados.

Al ya duro trance del fracaso conyugal se une la vergüenza de la situación. Muchos divorciados temen incluso que esta situación sea conocida por sus propios hijos. Pasar de vivir con desahogo, a vivir en una pensión o un camping, es un trago que muchos no asimilan; pues nunca habían imaginado que les llegara a pasara, con lo que a la dificil situación de divorciado, se une el practicar un estado de semi clanseatinidad ante los conocidos, que les aísla en el preciso momento de su vida, que más necesitar establecer nuevos lazos sociales.

Dado lo duro de situaciónnes como estas, algunas parejas deciden incluso vivir separados dentro de la misma vivienda. El Confidencial nos relata casos ocurridos en Francia, donde hay divorciados que viven su particular infierno, encerrados entre las cuatro paredes de lo que fuera su “dulce hogar•. Con seguridad que también en España se encuentran casos así, unas veces por conveniencias económicas y otras por consideraciones sociales.

El drama de los matrimonios desechos tiene muchas caras y quizá la más dramática sea cuando esta desgracia desestabiliza tanto a una de las partes, que la arrastra hasta acabar como vagabundo.
Cáritas Española (¿Informe del 2001?) informa que nuevos esterotipos de vagabundos se han unido al tradicional “varón de mediana edad, tumbado sobre un banco con una botella”. Se trata de personas sin vivienda, pero que no necesariamente son mendigos. Cada vez hay entre ellos, más mujeres solas o con niños, divorciados cuyo sueldo no les da para pagar la pensión a su ex esposa y a la vez costearse su propio piso, ancianos con pensiones diminutas, o personas desahuciadas por no pagar hipotecas o alquileres.

Como siempre quedan grupos de personas, a los que el aumento del tamaño del pastel no les afecta, pues no tiene participación en el pastel. Es indudable que durante los últimos años ha habido un claro aumento de nivel de vida para el conjunto de la población del país, pero de poco consuelo les vale esto a los grupos marginales.

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